Después de su debut con “40 dibujos ahí en el piso”, Divididos completa el exorcismo del fantasma de Sumo con “Acariciando lo áspero”, recibiéndose de banda con diploma de honor. Ya sin Gustavo Collado en batería, reemplazado por Federico Gil Solá, Divididos consolidó un estilo en letra y música con una catarata de joyas como “El 38”, “Sábado”, “¿Qué tal?”, “Ala Delta”, “Sisters”, y hasta la versión de “Cielito lindo” que desata el pogo en cada show. Corría 1991 y la aplanadora del rock llegaba para quedarse.