La pista de Scalextric, un hobbie que resiste el paso del tiempo

Conoció su esplendor en las décadas del 60 y 70. Un grupo de pilarenses lo desempolvó y se reúnen tres veces por semana en la Italiana. Grandes y chicos preparan sus autos y se sacan chispas.

28 de abril de 2013 - 00:00

 

Por Alejandro Lafourcade [email protected]

 

¿Cosa de chicos? Para nada. Desde hace unos cinco años, un grupo de pilarenses que cada vez es mayor se reúne varias veces por semana para disputar competencias de automodelismo, disciplina conocida popularmente como Scalextric.

El espacio funciona en uno de los salones de la Asociación Italiana (Pedro Lagrave y Battaglia), donde se ha instalado una pista de grandes dimensiones que fanatiza a los que alguna vez quieren sentir la sensación de ser corredor, aunque sea a escala.

“La pista se llama ‘El club del 32’, porque la escala que nosotros utilizamos es de 1:32, la verdadera escala del Scalextric”, explica Oscar Romano, además docente (es vicedirector de la Técnica 1). “Practicamos el modo americano, empezamos en el Club Peñarol hace unos 4 o 5 años y después nos trasladamos a la Italiana, hace alrededor de un año y medio”.

 

Organizados

El grupo se reúne los martes, jueves y sábados de 17 a 22. Como pilotos reales, la preparación es minuciosa y ardua: en los “boxes” cada competidor está enfrascado en su tarea, mejorando sus vehículos para dar su mejor performance. Concentrados, solo se levantan para ir a la pista y probar el funcionamiento de su auto.

Algunos de ellos reciclaron autos viejos, de las décadas del ’60 y ’70, la época de oro del automodelismo. Algunos modelos recrean automóviles del Turismo Carretera de esas décadas, aunque también se incluyen autos de Fórmula 1 y hasta una categoría de Sport Prototipo con luces, con modelos de Alfa Romeo, Mercedes y Audi. Las carreras de estos últimos, con las luces del salón apagadas, son un espectáculo en sí mismo.

En cuanto a la organización, el club tiene cuatro categorías de mayores y tres de menores, divididos por edades. El promedio de participantes en cada categoría es de entre doce y catorce pilotos.

A su vez, se disputan pruebas libres pero el plato fuerte son los campeonatos: con un promedio de ocho fechas cada certamen, por año se realizan entre dos y tres campeonatos. “Cada categoría tiene su reglamento particular –explica Romano-, en algunas se corre en una sola vía, en otras por varios minutos en diferentes vías”. Las carreras tienen premios hasta el 5º puesto, con entregas de trofeos y otros galardones.

La competencia es constante: de hecho, ayer se disputó una prueba en equipos de dos pilotos, durante media hora, y luego otra de una hora de duración, con equipos de cuatro pilotos.

Por lo pronto, en junio o julio habrá una fecha “Corré con lo que quieras”, para Pilar y la zona de Zárate-Campana: “Viene la persona con su auto, clasifica y corre. El que tiene un auto viejo le pasa un plumero y lo trae”, comentan.

 

Fanatismo

“Es un hobbie que sirve para distenderse –afirma Romano-, yo corro desde chico, desde que tenía 12 años”. En el lugar, además, funciona una escuela para chicos, que desde los 6 años ya pueden correr. “Sábado por medio hay un taller de hobbie, los chicos traen sus autos, si tienen, si no les prestamos o alquilamos, puede correr con uno propio o alquilado”, enfatiza.

“Uno se fanatiza, cada competencia es como una carrera de verdad”, asegura Oscar, uno de los impulsores de la iniciativa. “Al auto le pasan las mismas cosas que a uno real: se le sale una rueda, se le rompe el motor, pueden chocar…”.

Además, los participantes aseguran que “no es una actividad cara, un auto común armado está en 200 pesos (menores), en mayores no difiere mucho, puede llegar hasta los 400 pesos, usamos todo nacional. Las gomas duran varias carreras, la carrocería es lo que más se rompe, pero es lo más barato”. Y uno de ellos recuerda que “cuando yo era chico tardé un año para poder comprarme mi auto, en esa época era carísimo, hoy ya no”. Y afirman: “Nosotros priorizamos la competencia y hacemos que no sea tan técnico, para que no se vuelva muy costoso y sea parejo”.

 

 

La frase

“Uno se fanatiza, cada competencia es como una carrera de verdad”, asegura Oscar Romano, uno de los impulsores de la iniciativa.

 

 

Testimonio
“Es como ir a jugar al tenis o al fútbol”

La actividad quedó restringida a clubes y sitios particulares desde la década del ’70, época en la que se disolvió la Federación Argentina de Automovilismo (FADA). Desde ese entonces, los amantes de esta disciplina buscan lugares en los que puedan desarrollar su pasión.

Además, la adrenalina se traslada a la pista y prácticamente no hay roces entre los miembros del grupo. “El otro día –recuerda Romano- hubo un choque y uno de los dos se enojó en el momento, pero después pasó. No pasa nada, se acepta un roce, aunque si vemos que hay un piloto medio malintencionado se lo invita a no volver más, pero por lo general no es así. Priorizamos eso, si alguno no está de acuerdo y se comporta mal tendrá que elegirse otro lugar para correr…”.

No obstante, lograr ingresar en otro espacio no es fácil: las pistas más cercanas están en Capital, en la zona de puente Saavedra, y corren categorías mucho más caras.

Pasan las horas y los pilotos están concentrados en lo que ocurre en la pista. Sin embargo, algunos miran el reloj o el celular cada tanto, quizás porque prometieron ir a cenar y el horario estipulado los encuentra en plena competición. “Es una decisión, como ir al jugar al tenis o al fútbol –comenta Oscar-. Hay mujeres que acompañan, algunas corren. Los chicos vienen con sus madres los sábados y los dejan acá porque saben que están cuidados”.

Asimismo, invita a “aquel que tenga un auto viejo tipo Scalextric. Siempre se puede rescatar, y si no corre él puede hacerlo un hijo o un nieto; pero que no lo tire, porque es un hobbie que resiste el paso del tiempo”.

 

Algunas claves  

• Los autos alcanzan una velocidad de entre 28 y 35 kilómetros por hora reales. Trasladado en escala serían unos 200 km/h.

• La pista mide 7,5 metros por 4 de ancho. Es de velocidad media.

• Hay cuatro categorías de mayores y tres de menores.

• Cada auto cuesta un promedio de 200 pesos, pero se puede mejorar o reparar.

• El grupo de reúne martes, jueves y sábados de 17 a 22. No es excluyente tener auto propio.

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