Recibió un doble trasplante y quiere ayudar a los más chicos

Es uno de los pocos casos del país que recibió doble trasplante: su madre y su hermano le donaron un riñón. Un año después, terminó el colegio, busca trabajo y sueña con ayudar a niños en su misma situación.

1 de julio de 2011 - 00:00

 

Hoy se cumple un año del segundo trasplante. Lucas sueña con ser médico.

 

 

 

Lucas Delfino nació hace 20 años, aunque en su historia bien podría contarse al menos otros dos comienzos. Hoy, cuando se cumple un año de su “nacimiento” más reciente, el joven quiere brindar su aporte a la sociedad a través del apoyo psicológico a chicos que, como él, deban atravesar por trasplantes de órganos.

 

Por sus características, su caso tiene pocos antecedentes en el país. Lucas fue trasplantado en dos ocasiones del riñón y como si esto no fuera excepcional, en ambos casos el donante fue un miembro de su familia.

 

La primera de las donaciones llegó de parte de su mamá, Irma, cuando el joven todavía no había cumplido los cuatro años. Las palabras de los médicos, que advirtieron que ese órgano no iba a tener un buen funcionamiento por el resto de su vida, comenzaron a resonar en la adolescencia.

 

Fue a los 19 cuando su hermano mayor, Hugo, se ofreció voluntariamente a ser donante en el segundo trasplante que tuvo lugar exactamente hace un año en el Hospital Austral de Pilar. Desde entonces, la vida de Lucas volvió a la normalidad. Sueña con ser médico, busca un trabajo y se plantea ayudar a los más chicos: “me gustaría brindarles apoyo psicológico a los chicos, porque aunque un psicopedagogo te explique que te tienen que operar, en ese momento es horrible”.

 

 

 

Historia

 

Una convulsión cuando tenía 10 meses fue el comienzo de un periplo por médicos, hospitales y diagnósticos. Una meningitis que derivó en una insuficiencia renal crónica lo obligó a someterse a un trasplante a los tres años en el Hospital Garrahan, donde recibió un riñón de su madre.

 

La intervención tuvo buena respuesta hasta que a los 10 años una infección urinaria volvió a complicar las cosas. Tratamientos, gestiones ante PAMI, y mucha paciencia derivaron finalmente en un nuevo trasplante que esta vez llegaría por parte de uno de sus 9 hermanos, catorce años mayor que él.

 

“Siempre me contaron que desde el primer transplante Hugo quería ser donante, pero era muy chico y no lo dejaron, ahora se le dio la revancha”, afirmó Lucas, y agregó que “el trasplante de mi mamá no me lo acuerdo, pero con el de mi hermano fue distinto, siento que ahora hay un amor especial”.

 

En cuanto a los momentos posteriores a la operación, Lucas recordó que después del primer abrazo “lo único que le pude decir fue gracias” y que más tarde le llegó a confesar que “sentía que le debía algo, pero él me dijo que estaba seguro que yo hubiera hecho lo mismo por él”.

 

La revancha para Lucas llegó un día de este año cuando su hermano le comunicó que iba a ser padre nuevamente. “Recién ahí me quedé tranquilo y me di cuenta que mi hermano estaba bien”, contó, emocionado, el joven.

 

 

 

Vida normal

 

“Después del primer trasplante creí que estaba bien, ahora después del segundo me di cuenta que esto es estar bien”, explicó entusiasmado Lucas, que terminó sus estudios en el colegio Almafuerte y espera convertirse en médico el día de mañana.

 

Más allá de algún traspié en la infancia cuando en ciertos colegios rechazaron su inscripción por sus problemas renales, o alguna dificultad para conseguir trabajo, el joven confía en llevar una vida normal. “Le dijeron a mi mamá que me tenía que mandar a una escuela especial pero ella dijo que no me iba a tener en una cajita de cristal”, contó el muchacho y, al parecer, las palabras surtieron efecto. Su paso por el secundario le dejó unos cuántos amigos y buenas anécdotas.

 

Lucas piensa en que su historia puede ser útil para chicos y grandes que estén atravesando su misma situación y también para crear conciencia.

 

“Creo que hace falta información, así como en los colegios hay educación sexual también debería haber información sobre donación de órganos –consideró-, hay mucha gente que piensa que los órganos te los sacan cuando estás en coma”.

 

Además, sueña con tener una participación activa en el apoyo a los más chicos. “Me gustaría darle ayuda psicológica a los chicos”, adelantó. Y explicó que “es muy difícil entender todo cuando sos chico, cuando te dicen que te tienen que operar, me gustaría poder contar mi experiencia”.

 

Trabajo, se busca

Los cuidados médicos que se requieren en pacientes inmuno-suprimidos tras un transplante de órganos, hicieron que Lucas, su madre y su hermana menor, debieran mudarse a un departamento alquilado en el centro de Pilar.

En este contexto, la importancia de contar con un trabajo es fundamental para el sostenimiento de la familia, por lo que el joven afirma que “ya me anoté en la municipalidad para conseguir trabajo”. Paradójicamente, el sueño de Lucas es trabajar en el hospital, donde, asegura: “me dijeron que va a haber algunos cambios y podrían llegar a tomarme”.

 

 

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