Por Graciela Labale
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¡Verano! ¡Y qué verano! Con temperaturas mucho más allá de lo previsible, con noches imposibles para el descanso, va transcurriendo la estación de la playa o la montaña con juicios transmitidos por TV donde el horror se hace presente a cada momento. Dejamos de apantallarnos para ver cómo un grupo de jóvenes es condenado por asesinar salvajemente a otro joven que nos duele a todos. Aunque también duele pensar qué pasó con ese grupo de muchachos, qué pasó con sus familias, con las escuelas, con los que clubes a los que asistieron, todos mirando para otro lado, y así llegar a ese terrible crimen de odio. Duele escuchar también, el calvario vivido por el nene pampeano, donde hubo muchos actores que también miraron para otro lado, mientras seguimos resoplando por el tremendo calorón. Y duele también escuchar o leer cuánta gente se aleja del pedido de justicia y disfruta de estar del lado de la venganza, del ojo por ojo, de las naturalizadas torturas dentro de las cárceles o de los privilegios. Dramático todo.
Mientras tanto en lo personal, disfruto de vacaciones cercanas, bien gasoleras, acordes a los bolsillos flacos de los jubiladas, a pocos kilómetros del centro de Pilar, cuidando casas con perros, plantas y piletas, viviendas de la familia o de amigos, en buena compañía para las largas charlas, bien regadas con mateadas interminables, fresquitos tererés o alguna bebida fresca de esas que levantan el espíritu por las noches. Y con la posibilidad de volver al “pueblo” por algún que otro trámite o estudio médico, que siempre esperan para ser hechos en vacaciones.
Infaltables: cuando el calor da respiro y se puede estar adentro, alguna película livianita, de las que hacen furor en las plataformas y la buena lectura. Esta vez releo la Poesía Reunida de Susy Shock ya pensando en la actividad de IntegrArte Pilar por el Día Internacional de la Mujer y la joyita que me regaló mi amiga Patricia Gautter, “Diario de una Trabajadora Social” de Mirta Fretes, quien ejerce en el Partido de Pilar, en el que relata en primera persona el recorrido en su profesión, ese “patear la calle” tan propio del hacer de quienes “miran y escuchan al otro como sujeto de derecho”. Ambos súper recomendables.
“Las brujas de mi país
mantienen la luz prendida
en vela
en chispa
en clara claridad
de reír
de llorar
de arriar el ganado a otra cima
de reaprender a amar
de perder
de que les nazcan soles
de no olvidar…” ( de Susy Shock)