Soy mano

Reflexiones desordenadas en tiempos desordenados

Por Graciela Labale

Por Redacción Pilar a Diario 25 de abril de 2020 - 08:36

Es tiempo de cuarentena. Que 15 días, que un mes, que ya pasamos el mes y va para los dos. Que habla el tío Alberto. Que pin que pan. ¿Que cómo diluyo la lavandina? ¿Y el alcohol, 70/30 o 30/70? Ahhhh y el tutorial para coser barbijo, eso, eso. Pero no, me lo trae Yeyé que aprendió con Deby. Que la mesera Susi se pone a hacer tapabocas y los cuelga de su reja, mientras chusmeamos las últimas noticias con todas las meseras. Que mi hijo vuelve de viaje y entra en aislamiento absoluto. Que mi hija se convirtió en el más amado de todos los delivery. Que mi yerno y mi nuera están pendientes de esta viejita y siempre le sacan una sonrisa. Que me comunico con las amigas, las eternas y las más recientes. Que mis sobrinos y la cuña Cris. Que llamo o espero el llamado de mi tío querido y me comunico con las primas de la rama materna. Que del grupo de los primos Labale también quiero saber. Que, qué pasará con Raúl que vive en Brasil. Que se multiplican los pedidos de ayuda y hay que ponerse manos a la obra.
¿Que si me aburro porque estoy sola? -Que no ni no, dirían los uruguayos-.
En fin, estamos viviendo momentos raros. Los que me conocen saben lo que significa para mí no salir a la calle, perder el contacto con mis seres queridos, no poder tener la libertad de ir a la biblio, a Casa PIBES, a IntegrArte, no poder salir al encuentro de todo lo que me hace bien. 
Ya hace varios años viví una situación personal extrema, que no viene al caso, y eso me sirvió para saber de qué lado de la mecha quiero estar, de elegir qué hacer siempre, de romper con todo lo que daña. Por eso en realidad, este momento de extraña quietud no me sorprende demasiado. Eso sí, al menos a mí me surgen algunos tontos  interrogantes y algunas tontas afirmaciones. 
Cada cuál tendrá los suyos, ahí van los míos. Desordenados como casi todo lo que me rodea.
• El futuro se demora.
• Hoy, el día a día, es demasiado largo.
• Ya vendrá el tiempo de los abrazos dicen algunos. ¿Vendrá? ¿Cuándo? ¿Cuál será el primero?
• Los puristas dicen que quizá debamos cambiar algunas costumbres para siempre: el mate compartido, los saludos que seguirán lejanos, las juntadas populosas que no van más, ni la copa de vino compartida, ni el abrazo profundo. Estoy en contra!
• ¿Y con las lágrimas, qué pasará? Con las lágrimas porque sí y de las otras. Parece que también contagian.
• Y con los sudores rebeldes de las noches a tientas? ¿Serán prohibidos?
• ¿Qué será de la gente con tanta certeza conspiradora el día después?
• ¿A dónde irán a parar los infectólogos de google que pululan por todas partes?
• ¿Y los aplausos de las 21? ¿Y los cumpleaños virtuales? ¿Y la distancia óptima?
• ¿Cómo nos vamos arreglar con la moneda cada vez más escasa y el hambre cada vez más urgente?
Basta, me cansé, hasta la próxima.

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