Fue alguna de esas noches en las que el alma se enciende en versos y entonces una sale disparada hacia la biblioteca o a la mesa de luz, buscando nuevos/viejos libros. Leídos y releídos unos cuántos, no alcanza y es ahí cuando ese milagro llamado Internet invita a seguir hurgando. Del otro lado, encuentro justo, justo a otra gustadora de poesía, María Yacobe. Muy emocionada todavía me cuenta que ese día había participado de un acto de imposición del nombre de “Lucina Álvarez” a la Escuela de Educación Estética de Ramos Mejía de donde la habían desaparecido en la siniestra dictadura. Periodista, docente de dicha institución y por sobre todas las cosas poetiza, es la autora de estos versos que se convirtieron en la palabra justa, imprescindible, urgente, la que estaba necesitando, esperando…
“Ocurre que unos se mueren de risa / otros se mueren de ganas
otros se mueren de frío / otros se mueren de rabia
otros se mueren de hambre / otros se mueren de susto.
Marías se mueren de umbrales / bares se mueren de grilles
tantos se mueren de solos / suicidas se mueren de mundo
otros se mueren de andamio / un árbol se muere de pie’
un jefe se muere acostado / solteras se mueren de pueblo
Rilke se muere de flor / Emily se muere de triste
trenes se mueren de horario / tranvías se mueren de olvido
un loco se muere de suelto / amores se mueren de dudas
zapatos se mueren de calle / mateos se mueren de asfalto
relojes se mueren de tiempo / muy uno se muere de Che
otros se mueren de estatua / algunos se mueren de lluvia
otros se mueren de noche / otros se mueren de viento
otros se mueren de luna / la luna se muere de Apolos
un camello se muere de sol / un tílburi se muere de nieve
una esquina se muere de tango / un pájaro se muere de jaula
Fierro se muere de ausencias / almidones se mueren de tía
un soldado se muere de bala / USA se muere de Cuba
lagartos se mueren de verde / oros se mueren de azul
Van Gogh de amarillo / Alfonsina de mar
algunos de amor / otros de miedo / otros se mueren”.
Para mí morirse, lo que se dice morirse, no siempre es obra de Dios. A veces se elige morir, bajar los brazos, entregarse. A veces se elige morir cual salida elegante tras “una penosa enfermedad”. A veces es cosa del destino con el que te encontrás en la ruta equivocada. Otras veces una piensa que no es el momento y decide hacerle frente a la parca. ¿Cómo? Con más vida, con la vida de uno y con la de los que te rodean siempre tan cargada de buena energía, con esa vida que siempre te da una nueva oportunidad. Haciendo, viviendo, sintiendo… Lástima, Lucina Álvarez, no puedo elegir…