Soy Mano: “20 años no es nada”

Por Víctor Koprivsek

17 de diciembre de 2011 - 00:00

 

Como una lluvia que limpia el barrio, y al rato sale el sol y la calle brilla y los árboles lucen sus tonos del verde. Así, el tiempo sabio enjuaga y pasa en limpio capítulos de nuestras vidas depurados con los ojos de los años. Exactamente 20 años son los separan este presente, del momento en que un puñado de pibas y pibes egresaron del secundario, Colegio Nstra. Señora de Fátima,  Pilar. Donde, claro, me encontraba entre esas filas.

Y esto hubiera pasado desapercibido sino me hubieran invitado, mis propias ex compañeras, a reencontrarnos por tal motivo  en el mismo lugar donde Zúccaro volvía a asumir como intendente y un ratito después, en la plaza de Pilar. Papelitos de colores para dar la bienvenida al recuerdo y la nostalgia.

¿Cómo estarán? ¿Quiénes vendrán a la reunión? ¿Los reconoceré? ¿Me reconocerán? Preguntas que en la ansiedad de la espera, repetía.

Bravo, Bustos, Dorbesán, Garberino, Godoy, Koprivsek, López, Posebón y Valcalda. Apenas 9 era la lista de apellidos de los hombres. Las mujeres 30... imposible nombrarlas sin fallar.

Pero a la reunión llegaron 6: Fany, Sandra, Valeria, Mabel, Silvina y Marina.

A medida que pasaban los minutos, iban surgiendo de las esquinas cual fantasmas de ayer revividos por la memoria. Y Santiago, alias “Carpincho”, y yo, fuimos los afortunados entre las damas. Cómo no podía ser de otra manera y emulando viejos tiempos, no nos dejaron entrar, por mi culpa, al lugar donde se hizo la reserva para cenar. Es que en el tal “Paralelo no se cuánto”, está prohibida la entrada con bermudas (según nos dijeron los dos patovicas miradas de reojo y nariz oliendo caca).

Arrancamos para Derqui.

- El barrio no me cierra las puertas, pensé rápido y llegamos a “Babete”. Un restorán recién inaugurado frente al Hospital Austral. Allí entre vinos y platos bien presentados, la noche fue desgranando, primero, la situación actual de cada uno, y luego la historia colectiva.

Un parte rápido de la situación sentimental presente, familia, hijos, antes de las viejas anécdotas que nunca olvidaremos.

Andanzas, travesuras, secretos revelados, sorpresas. Relatos de situaciones que esperaban escondidas, vaya uno a saber en qué rincón del alma, arrancaron sonrisas y lágrimas.

La seguimos en Torres del Sol, como inquietos nadadores en la aventura de la nostalgia. Rostros de ayer llegaban entre los tragos suaves y las certezas no tan suaves ni fáciles de digerir.

“Veinte años no es nada”, dicen… Paaaavada!!!

Así dicho en un tango puede ser, pero es cosa bien seria verle la panza a quien fuera un flaco compañero de banco, carita delgada y ahora redonda como la luna… jajaja querido “Carpincholi”.

En fin, algunas cosas cambian, entre ellas, el horario de ir a la cama, a los dos estábamos todos fritos pidiendo pieza. Nos despedimos despacio, con miedo a no romper nuestros huesos de viejitas y viejitos decrépitos… mentira.

La pasamos bomba. Recordando a los que faltan, profesores buenos y de los otros, directivos y porteras. Amonestaciones, rateadas, peleas, machetes y hazañas que creíamos perdidas para siempre, volvieron con más brillo de la ronda de ayer para volvernos compañeros comprensivos y maduros.

Acaso las paredes de la querida escuela conserven los gritos de esa promoción que se creía única, en amistad y valentía, en ganas de enfrentar la vida y mantener viva para siempre esa rebeldía que nos empujaba a cambiar el mundo.

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