Y en medio de todo, mientras corría la cuidad, mientras se amontonaban autos en el semáforo, mientras giraba la rueda grande, algo cayó. Fue apenas una brizna, tan liviano y tan suave. Algo cayó como una partícula diminuta en medio del vasto universo. Gigante, misterioso, infinito universo. Incalculable.
Pero algo cayó y su apenas golpe sobre la tierra, su apenas susurro, murmullo de vida… retumbó en los rincones del dolor más grande.
Y temblaron las columnas del día y se apagó la tarde.
Estaba listo el festejo, era la fiesta de la Lealtad, eran los bombos en la plaza. Monumento, inauguración, escenario, preparativos.
Pero algo cayó y fue de lágrimas el pueblo a acompañar.
Fue de lloro en el camposanto sin rencores, sin reclamos, sin otra cosa que no sea acompañar.
“Hay golpes en la vida tan fuertes… ¡Yo no sé!”, escribió Cesar Vallejo en sus “Heraldos negros”…
Silencio de la mañana, la caravana hacia el barrio va. Llanto de madres, miradas desorbitadas, confuso el aire. Dolor.
“Y el hombre… Pobre… ¡pobre!... Vuelve los ojos locos… Yo no sé!”.
Y fueron todos, los amigos, los compañeros, los de un bando y los del otro, los amigos y los que no. Porque el pueblo, en las buenas y malas… siempre está. Y estuvo.
Porque al vecino no se lo deja solo, porque lo conocemos de pibe. Fuerza muchacho!!!
-Nunca más va a ser igual, nunca más. Esa fecha ya no.
Algo cayó, algo con nombre, algo hermoso, una ardillita, un sueño.
Y la multitud no dudó en acompañar, era un pueblo y eran los barrios, la familia, fueron llegando desde las escuelas, las aulas, los colectivos. Fueron saliendo desde las casas, esas que nos conocen, las que nos ven salir y correr, salir inquietos, sin pausa ni freno, siempre salir.
Todo de lágrimas y silencio acompañamos.
Que Derqui es así, que no hay lugar para otra cosa cuando la tormenta azota… “el barrio sirve, el barrio acompaña”.
No hay dolor más grande que la muerte de un hijo.
Este sábado no hay nota de color amigos, este sábado hay pesar del grande, hay tristeza dura, firme el hombro y la amistad.
Toda la fuerza Darío, esposa, abuelos, tíos, todo el amor, por lo vivido, por los que quedan, por lo que no morirá jamás. Mi pésame.
