Son tiempos duros, la realidad abraza tan fuerte que te tritura los huesos, como cuando una enorme víbora enrosca a un animalito cualquiera que temerosamente busca fresca hierba para llevarse a boca.
Son tiempos duros, la realidad abraza tan fuerte que te tritura los huesos, como cuando una enorme víbora enrosca a un animalito cualquiera que temerosamente busca fresca hierba para llevarse a boca.
Es así, uno va y viene por las cuestiones establecidas, distraído, hasta que ¡paff! caíste en la sigilosa trampa de esta selva, sin saber acaso lo que en verdad estabas buscando. Nacemos y envejecemos para no desviarnos de los caminos indicados, seguros, ya trazados. Que ni se te ocurra salirte de la senda marcada, esa que te lleva indefectiblemente a deberle guita al banco. Terminarás terrible, sólo si cometés la osadía de intentar modificar aquello que ni siquiera debes enunciar. Te llamarán loca si buscás a tu hijo desaparecido en la selva. Vos tenés que sobrevivir a todo, buscando ofertas de fideos, hasta que un buen día aterrices a la diestra del cielo y así, muerto, descubrirás la sobrevida.
Por suerte, en este viaje premeditado, están los afectos con quienes se puede dividir la angustia, tanto como los abrazos que uno pueda dar o recibir. En verdad lo que resulta indispensable es mantener viva a la risa en este absurdo, la rebelde e irracional alegría compartida, que busca imperiosa multiplicidad. Total, para racionar, está el Fondo Monetario que busca ajustar hasta el amor y el deseo, pero que sin embargo siguen ahí para rescatarnos del tedio.
Hay abrazos que sofocan, hay abrazos necesarios, hay abrazos disparatados y los otros que bellamente buscan intimidad. Y también hay trincheras obstinadas e indestructibles. Están allá o aquí, son las que se siguen construyendo con poesía y guitarra, con pinturas y esculturas. ¡Vení, pasá! Hay castillos en el aire que se dibujan en la altura con el cuerpo de las trapecistas. Hasta quizás te esté esperando una verdad en el personaje de una obra, escapate de tanta ficción. Hay trincheras, hay que habitarlas. Con los hilos de los rotos, la locura de los que aman y la cofradía de las locas, en una de esas, parimos una nueva esperanza.
En IntegrArte, una de las trincheras, este sábado 16, a las 21, te esperan los “Abrazos de voz” con Liliana Daunes, Patricia Andrade y Manuel Navarro. Un espectáculo de la palabra y la música, que nos habla, nos dice, nos canta y también ayuda a escucharnos. Dejate abrazar.
