“Lo más lindo del viaje fue la gente”

“La idea es llegar al final de la vida y decir: qué bueno que estuvo esto”

La familia Zapp regresó después de viajar 22 años. En el recorrido, Herman y Candelaria tuvieron cuatro hijos. En Pilar, hablaron con El Diario sobre el sueño que los llevó a conocer102 países.

Por Redacción Pilar a Diario 27 de marzo de 2022 - 08:11

Por Celeste Lafourcade

Un vehículo de 1928, 362.000 kilómetros recorridos, 102 países, 22 años de viaje, 4 hijos, 4 libros. La historia de la familia Zapp está llena de números asombrosos. El 13 de marzo volvieron al país después de rodar por el mundo y, desde su casa de Pilar, en Ruta 8 y 6, hablaron con El Diario acerca de aquel sueño que empezó cuando eran adolescentes y que con el correr de los pueblos y el propio devenir de un recorrido guiado más por la intuición que por una hoja de ruta, tomó una dimensión impensada.

“Como dicen los africanos, el elefante se come de a un mordisco por vez. Así hicimos el viaje, de un pueblo por vez”, cuenta Herman Zapp (53), con una mezcla de simpatía y templanza que lo recorre en toda la charla, propia del que sabe que el camino se hace andando y que los imprevistos también pueden ser parte de disfrute.

- ¿Cuál era la idea original del viaje y cómo se fue dando?

- A Candelaria (51), mi mujer, la conozco desde que tenía 8 y cuando cumplió 14 nos pusimos de novios. Al segundo día de novios ya estábamos hablando de viajar y después formar una familia numerosa. Queríamos esperar dos años después de casados para viajar pero pasaron 6 y las ganas de tener un hijo eran muy grandes, entonces dijimos, vayamos hasta Alaska 6 meses y después formamos una familia. Y al final mirá lo que pasó. Fueron 22 años y volvimos con cuatro.

Familión
En el camino, recorrido a bordo de un pintoresco automóvil Graham-Paige de 1928, se convirtieron en papás de Pampa (19), cuyo parto tuvo lugar en Greensboro, Carolina del Norte. “Tener un bebé en Estados Unidos es carísimo, el pueblo nos ayudó muchísimo, organizaban shows para juntar dinero, las abuelas nos tejían cosas para el bebé”, recordó Herman. 

Más tarde llegó Tehue (17), el único argentino del cuarteto, nacido en Capilla del Señor mientras acompañaban a la madre de Candelaria durante una dura enfermedad. Paloma (14) llegó al mundo en Vancouver en un parto en el agua en una casa de familia, al igual que su hermano Wallaby (13), nacido en New Port Beach, Australia.

-¿Siempre se trasladaron en el mismo vehículo?

- Sí, desde el primer día y seguirá siendo siempre el mismo. Es maravilloso, re sencillo, nada electrónico. Fue hecho cuando no había caminos, estuvimos a 5.300 metros de altura en el Himalaya y el auto anda, realmente nos ha llevado a lugares increíbles y además con estilo, porque es re lindo. El auto cruzó el océano en todo tipo de barcos. Es una casa chiquita pero tiene todo y el jardín que tenemos es gigante.

-¿Cómo era el sostenimiento económico?

-Si pensás el viaje entero de 22 años es imposible, tenés que ser híper millonario, pero no era ver cómo hacemos para dar la vuelta al mundo, sino para llegar al próximo pueblo. Y en cada lugar encontrábamos la forma de ir al siguiente. Dábamos charlas, Cande pintaba acuarelas, vendíamos postales, teníamos un libro traducido a varios idiomas y eso iba ayudando un montón. Y la solidaridad de la gente, nos prestaban sus casas, nos ayudaban los mecánicos sin cobrarnos. Nunca quisimos tener sponsors, no queríamos convertir el sueño en un negocio.  Queríamos demostrar que se puede y que hay un montón de gente dispuesta a ayudar. Si me preguntás cuáles fueron los lugares más lindos del viaje, veo caras. Lo más lindo del viaje fue la gente.

- ¿Cuál fue la gran ganancia como familia?

-Yo creo que uno se enamora de otra persona por lo que quiere de la vida, por lo que sueña y eso estábamos haciendo los dos. Como pareja nos tuvo como novios todo el viaje. Y como familia qué linda la calidad de tiempo que teníamos juntos. Llegamos a conocer mucho a nuestros hijos, qué opinan, qué piensan. Uno no hace personas sino que acompaña personas.

- ¿Cómo manejaban la educación?

-Tenemos en Argentina un sistema a distancia maravilloso del mismo Ministerio. Las mismas maestras le enseñaban a Cande a ser maestra. Los exámenes eran cada dos meses y cuando llegan a Argentina pueden entrar al colegio sin perder sin ningún año. Pero lo más maravilloso que aprendieron es que un sueño se puede cumplir. Creo que le van a tener fe a sus sueños.

- ¿Llegaban a los lugares con alguna invitación previa o improvisaban?

- Hasta el año 2010 o 2012 fue espontánea la gente que nos invitaba. Pero desde comenzaron las redes a full, la agenda la empezamos a organizar de mucho antes y a lo de mucha gente no pudimos ir. Si hoy en día un viajero no viaja es porque no quiere. Hoy con las redes no estás viajando solo, estás acompañado.

- ¿Hay algún lugar que recuerdes especialmente?

- En Montañitas conocimos a un señor llamado Alonso Ordóñez que era como un gurú. Cuando terminamos de hablar me dijo ¿Cuál es el contrario de día? Noche. ¿El de bueno? Malo. ¿El de sueño? Y no se me ocurrió. Y me dijo: “No hay nada contrario a los sueños y vos me dijiste que estabas yendo por un sueño así que todas estas cosas les van a seguir sucediendo”. Lo tengo muy en el corazón.

- ¿En algún momento sintieron que estaban en peligro?

-Una vez en el desierto de Namibia tuvimos un encuentro con un elefante que se nos vino encima. Antes de llegar al auto paró, pero nos podía hacer lo que quería. Tuvimos un intento de robo en Perú, pero nunca más. También nos quedamos sin dinero y pensamos qué hacemos. Pero qué bueno que nos pasó eso porque pasó de ser un viaje de turistas a ser un viaje con gente del lugar. En Mozambique tuve Malaria, estábamos en una isla chiquita en un hospital destruido, solamente tenía un cuartito, muy pocas cosas. Fue realmente feo. Pero habiendo venido de Argentina ya tuve varias malarias así que estaba preparado (risas).

- ¿La pandemia donde la pasaron?

- En Brasil, lo buenísimo es que nos agarró en San Pablo en un club de autos antiguos con seis hectáreas, así que el auto quedó nuevo. Y después escribimos tres libros más.

- ¿Sienten que se perdieron algo por viajar tanto?

- Viajar es bellísimo y nunca en tu vida te vas a arrepentir de haberlo hecho, aun así el viajar te aleja de la familia. Hubo casamientos, nacimientos, fallecimientos y nos hubiera encantado estar. Pero uno tiene que elegir su camino y eso te aleja otros. Pero sabe que siempre puede volver y acá estamos para estar un tiempo. No es definitivo, ahora quisiera dar la vuelta pero en velero.

- ¿Cómo está siendo la adaptación a estar de vuelta en tierra firme?

- Es rarísimo porque sabemos dónde vamos a dormir. Y como vamos a hacer, está todo más organizado y tranquilo, pero a la vez está siendo un lío porque estamos viendo a la familia, tenemos fiestas, la escuela de los chicos, que hay que poner alarma, que nunca lo hicimos.

- ¿Qué les quedó por conocer?

-Muchísimo. Es como la frase de Sócrates, “solo sé que no se nada”. Cuándo viajás te pasa lo mismo, sentís que no viste nada. Con el velero vamos a conocer esos países chiquitos que son islas. Pero la idea no es sumar más, la idea es llegar al final de la vida y decir: qué bueno que estuvo esto.

 

Libros y redes

“Atrapa tu sueño”, es el nombre del primer libro de la familia Zapp, que fue traducido al inglés, francés e italiano.

Durante la pandemia llegaron “Atrapa tu sueño con ganas”, donde relatan las experiencias en Australia, Nueva Zelanda, Corea y Japón;  “Atrapa tu sueño de una vez” donde la familia comparte lo vivido en Asia: Filipinas, Isla de Borneo, Indonesia, Malasia, Singapur, Tailandia y Cambodia y “Atrapa tus sueños sin excusas”.  El material será presentado en la próxima Feria del Libro.

Instagram: Familiazappfamily

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