TATUAJES

Llevo tus marcas en mi piel

Mal visto por mucho tiempo en el mundo occidental, hoy es parte de la cultura. Cada vez más gente elige usar su cuerpo como lienzo. Pilar también vive esa evolución con diversos artistas.

Por Redacción Pilar a Diario 21 de enero de 2018 - 00:00

Milenario en su origen, el tatuaje es más que una moda. Momias y fósiles humanos del 2500 antes de Cristo, son testimonio de su antiguo origen. Hoy, se está naturalizando con la presencia de cada vez más personas con algún dibujo o frase decorando su piel.
Pilar también vive esa evolución. Mientras que hace un par de décadas, las opciones eran viajar a Capital o tatuarse en algún domicilio particular, hoy se multiplican las casas de tatuajes que abren sus puertas ofreciendo sus servicios.
Hace 16 años, abrió sus puertas la  casa de tatuajes El ritual, una de las pioneras. El primer año estuvo en un local enfrente al Club Peñarol y luego se mudó a su ubicación actual, en la calle Bolívar, frente a la municipalidad.
Su dueño, Alberto Ceja, cuenta que empezó con los tatuajes de casualidad. Siempre se dedicó al dibujo, la pintura y la escultura; y en un viaje por Argentina se encontró con gente que tatuaba y le enseñaron el oficio. 
“El arte no se puede enseñar, es innato”, define el tatuador derquino que sostiene que, a diferentes de otras disciplinas, el tatuaje recién está evolucionando.
También,  dicta cursos de tatuaje y perforaciones, donde pone especial énfasis en el tema salud. Ceja, cuenta que hay mucha desinformación en cuanto a la parte médica. “Una cosa es ser un buen tatuador, y otra diferente es cuidar a tu clientela”, expone el dueño de El Ritual.

Rotten Tattoo
Mauricio Varisco, se define como autodidacta y recuerda que cuando él comenzó “no había nada” en Pilar. Su primera aproximación al mundo del tatuaje fue a través de revistas de Rock, en donde músicos lucían la tinta en la piel. 
En 1997, motivado por su facilidad por el dibujo, empezó a tatuar amigos con una maquina casera. Dos años después, se compró su primer kit profesional en una conocida casa de Flores, por 1.000 dólares.
En aquellos años no era tan común el tattoo y se lo asociaba a lo marginal, dificultando conseguir trabajo y sufriendo detenciones. 
Luego de trabajar a domicilio y para una rockería, en 2011, abre las puertas de Rotten Tattoo Family (calle San Martín casi Fermín Gamboa) y en 2016, en la calle Ituzaingó, casi Independencia, donde una de las salas de tatuaje da a la calle: “Optamos que la gente vea, que no es una covacha. Lo más importante es la salud”, señala Mauricio.

Baires Ink
En la zona del Kilómetro 50, se encuentra el local de Baires Ink Tattoo Shop, originario de San Miguel. Hace 7 años, decidieron mudarse a Pilar y reabrir su local en el Shopping Torres del Sol.
Se trata de un negocio familiar: mientras que Jorge y Lucas Pinto, padre e hijo respectivamente, se dedican a tatuar; la madre y otro hijo se especializan en las perforaciones.
“Empecé a tatuar, un poco, por herencia familiar; pero siempre me gustó el ambiente del dibujo y la pintura”, cuenta Lucas y agrega: “La máquina en la piel es diferente al lápiz en el papel y el pincel en el lienzo”. 
Sus comienzos fueron sobre naranjas y, luego, la piel de amigos. Antes de terminar sus estudios secundarios, su padre, con más de 20 años de experiencia en el rubro, le dio su primera oportunidad laboral. 
Respecto a la apertura de tantos locales nuevos, señala el pro y el contra. Por un lado, la posibilidad de naturalizar el tatuaje y que deje de ser un limitante para encontrar trabajo. Y por el otro, el factor de inexperiencia en algunos casos.l

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