ENFOQUE

Miedo

Por Redacción Pilar a Diario 11 de julio de 2019 - 00:00

Por Sergio Abrate

La psicología se refiere las emociones primarias como aquellas que se heredan genéticamente y no se adquieren, es decir ya nos vienen de “fábrica”. Alegría, tristeza, ira, aversión, miedo y sorpresa son las más habituales al ser humano y tienen algo en común, son manipulables.
Desde chicos, los padres nos amenazan con el “cuco” o “el hombre de la bolsa”; dudosa pedagogía donde debería haber autoridad. Los medios de comunicación masiva, parecen más empeñados en asustarnos con el frío, el calor, el tránsito imposible, el dólar por las nubes, que en informarnos. Como se ve, el miedo es un buen conductor de emociones. Y la política lo sabe.
“La campaña del miedo” debutó en 2015 y se la atribuye al kirchnerismo, cuando trataba de enumerar “las siete plagas” que caerían sobre el ciudadano en caso de votar a Macri. Más de las deseadas terminarían siendo reales.
Casi cuatro años más tarde, la gobernadora Vidal apela a la misma estrategia y vuelve a acudir al miedo como método de campaña, en este caso, miedo a la La Cámpora.
En Pilar la campaña apenas despunta pero ya pueden apreciarse sus vicios. El oficialismo ventila el pasado de Achával en el gobierno de Zúccaro. Sus seguidores y también funcionarios de terceras líneas teclean virulencia sobre el principal competidor a través de las redes sociales. En muchos casos, sin decoro y sin límites entre la política y lo personal.
Del otro lado van cincelando cada resbalón del gobierno (escuelas sin estufas, estado de los barrios, etc, etc, etc) bordeando y a veces impactando de lleno en el oportunismo.
Desde hace un tiempo a esta parte, existen sectores que votan mucho más impulsados por el odio, el rechazo al otro que por el ideal que mayormente los representa. Votan a Macri porque odian a Cristina y viceversa.
Son trampas tendidas al votante y negocio para los bandos en pugna. Es nuestra responsabilidad qué tipo de campaña consumir. Porque del miedo, del odio, de la difamación personal jamás podrá salir nada bueno. 
 

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