"Creo que vamos a estar por encima del 40% en octubre y eso nos va a permitir volver a mostrar que somos la principal fuerza el distrito”. Con este vaticinio, el primero después de las PASO, el intendente Nicolás inició el camino a las generales de octubre, donde tiene el desafío de conseguir los votos para dar vuelta una ecuación que hoy muestra a la suma de Unidad Ciudadana por encima de Cambiemos.
La meta del 40% no es un número antojadizo. Es el objetivo que se planteó el oficialismo a nivel nacional para las legislativas. Y, además de las cifras, también es nacional la estrategia que están comenzando a aplicar: la polarización de las tendencias.
"Vamos a apelar al rechazo al kirchnerismo en todo el país”, citó este fin de semana en el diario Perfil a uno de los integrantes de la mesa nacional de campaña.
En ese sentido, el coto de caza de los votos oficialista para octubre estará en dos universos: los que habiendo votado en las PASO lo hicieron por algunas de las opciones que no fueron ni Cambiemos ni el Kichnerismo y, por lado, los que no votaron en agosto y sí lo harán en octubre.
Entre los primeros, están los votantes de las 23 listas que ya no estarán en las generales por no haber superado el 1,5%. Además, habrá una fuerte apelación a los votos que fueron al massismo.
Del otro lado, apuesta a que en las generales voten unos 20 mil pilarenses más que en las PASO, tal como sucedió en las elecciones del 2015. Si eso fuera así, la fe oficialista está cifrada en estudio de Jaime Durán Barba que asegura que ocho de cada diez de los que no fueron a votar podrían optar por Cambiemos.
Claro que la estrategia de la polarización implica siempre un riesgo: el de reunir en el rival elegido todas las opciones opositoras dispersas. El resultado solo se verá en las urnas.