Cánticos y vuelta olímpica en la plaza

26 de octubre de 2015 - 00:00
La calle Lorenzo López, entre San Martín y 11 de Septiembre, se cortó cerca de las 21, cuando la gente la copó por completo e inundó de panfletos de Cambiemos.
A pesar de los festejos y la victoria asegurada, reconocida por Humberto Zúccaro, Nicolás Ducoté esperó hasta las 22 para salir a hablar con sus votantes, que lo esperaban en el patio de su local partidario.
Música, baile, cánticos, choripanes, pizzas y gaseosas, acompañaban a una multitud que esperaba a su líder político con un escenario montado desde temprano.
Como un rockstar en medio de cinco custodios que abrieron camino, llegó el intendente electo hasta el escenario. El locutor relató ese momento al mejor estilo de Osvaldo Príncipi, como la llegada de un campeón al ring.
“Mucha gratitud a todos ustedes”, lanzó el mandatario electo y agregó: “quiero agradecer al intendente (Zúccaro) por haberme llamado”, rápidamente comenzó un abucheo que Ducoté frenó: “no, no, estamos hablando de un caballero que reconoció su derrota”, lanzó, aunque sin poder frenar los cánticos dedicados a Zúccaro. “Un minuto de silencio…”, “despacito, despacito, despacito…” y el himno de la noche “Nico Ducoté revolución”.
Tras su discurso (ver aparte) Ducoté bajó del escenario y la gente se abalanzó para tocarlo y abrazarlo, allí desvirtuó todo con empujones, que el propio intendente electo frenó al ver que la gente se golpeaba e incluso su esposa, fue víctima de esa avalancha: “no quiero más cordón, ni nada de empujones”, le dijo a sus custodios y regresó a la calle a saludar a los presentes.
Pero el saludo y los cánticos se fueron extendiendo por la calle Lorenzo López y decidieron llegar hasta la plaza 12 de Octubre donde se sumaron sombrillas y pancartas con el nombre del ganador, se intensificaron los cánticos y más gente se fue sumando.
El habitual gesto de la enfermera en los hospitales, con el dedo índice sobre los labios pidiendo silencio, fue el que repitió una y otra vez Ducoté ante las canciones que apuntaban contra el actual intendente, pero no logró callarlos. La gente estaba demasiado contenta y al fin y al cabo se había derrotado a un rival que parecía invencible. 
 
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