Con la seguridad presidencial más arisca y rígida que nunca, Cristina entró al Hotel Sheraton, saludando desde lejos a los militantes que con banderas, bombos y cánticos, la recibieron. Desde unos 50 metros, les hizo señas haciendo girar su dedo índice en círculos más de tres veces, asegurando un “después vengo”. Promesa que cumplió al salir.
Por allí había mucha militancia local, y varios funcionarios por simpatía política y otros en forma institucional.
Se lo vio al precandidato a intendente sciolista, José Molina, junto a parte de sus colaboradores. El jefe de Gabinete Municipal, Federico Achával, en representación de Zúccaro, el concejal que integra el bloque oficialista y que se mostró disidente en las últimas semanas, Fabio Gómez. También estuvieron la diputada bonaerense Lucía Portos y su delfín, Federico García Caffi.
Al mediodía, Mauricio Macri también recibió visitas locales, como la de su precandidato a intendente Sebastián Neuspiller, entre otros dirigentes.
Dos visitantes inesperados fueron el concejal massista Gustavo Trindade, que se mostró con el jefe comunal de San Isidro, Gustavo Posse, y al jefe de inspecciones Roberto Airoldi, ambos deambulando por el lobby del hotel.
