Pintado por sus dueños
Pintado por sus dueños
Una ingeniosa forma encontró el felipista Gustavo Trindade para tratar de evitar que las manos oficialistas tapen las pintadas que, con su nombre y el de Felipe Solá, ya está dejando por la ciudad. Así, al lado de cada anuncio escribe con letra clara y pintura negra que esa pared fue cedida a las bochas opositoras por su propio dueño.
Haz lo que yo digo
La sala del teatro Lope de Vega estaba colmada de público interesado en escuchar al verborrágico humorista Enrique Pinti en un reportaje público. Cuando las luces de la sala estuvieron a media potencia, sonó una voz gravada que advertía al público que apagase sus teléfonos celulares. Y así lo hizo la mayoría.
Pero a poco de empezar la charla, el irritante sonido de un celular llenó la sala. Todos los presentes giraron la cabeza en busca del responsable, que resultó no ser otro que Luis Masa, el mismísimo coordinador del reportaje, sentado sobre el escenario, al lado de Pinti quien, con el tono de ironía que tan bien maneja, lo invitó a atender el inoportuno llamado.
La Dirección de Zoonosis municipal no quiso perderse el festejo por el Día del Animal, al fin y al cabo, razón de ser de la dependencia. Claro que la celebración fue un tanto particular. Según el comunicado de prensa difundido entre los medios, se hizo con una tanda de castraciones de mascotas.
Los que hacemos esta sección tenemos en esto coincidencia plena: por más que insistan en invitarnos, no asistiremos al festejo por el día el padre.
Por el piso
Muy elegante y funcional quedó el ala del Instituto Carlos Pellegrini remodelada por el Municipio para albergar a la facultad de Ciencia Económicas de la UBA. Pero desde hace tiempo, una duda acompaña la obra.
Es que nadie sabe qué pasó con los antiguos tablones de pinotea que formaban el piso del tradicional edificio. Las versiones sobre el destino del lujoso entablonado arrecian. Pero sólo son eso: versiones.
La crisis de la milanesa
El intendente Humberto Zúccaro pudo parar apenas una escalada verbal que ya amenazaba con pasar a los hechos. Su pelea con el gremio de la alimentación, en la que se prodigó mutuos insultos con el gremialista Jorge Juárez, estaba a punto de desembocar en marchas a favor y en contra del gobierno que podían haber convertido al centro de la ciudad en un campo de batalla. Al final, hubo pedidos de disculpas y todo quedó en calma.
Pero menos conocido es el origen de tamaña crisis, que se había desatado la semana anterior cuando una movilización al Parque Industrial puso en alerta a empresarios y gobierno. Esa marcha reclamaba la reincorporación de un trabajador despedido de una firma radicada en el complejo, que había sido echado por una falta imperdonable para sus patrones: el operario había comido un sándwich de milanesa que pertenecía a un supervisor. El caso, lejos de estar cerrado, quedó ahora bajo conciliación obligatoria, en manos del Ministerio de Trabajo.