Por Andrea J. Carpaneto*
Por Andrea J. Carpaneto*
“El día que una mujer pueda no amar con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse, ese día el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal.” Simone de Beauvoir.
La situación de la pandemia a causa del Covid-19 y sus mutaciones, está provocando efectos sobre la salud mental de la población a nivel global. Vamos, paso a paso, viendo sus efectos y la forma de abordar las situaciones que se presentan. Pero no hay dudas que las necesarias medidas de ASPO han puesto en riesgo a la población más vulnerable: niñxs y mujeres. Ellxs encerrados con sus victimarios. La violencia familiar aumentó dramáticamente, alcanzando en la Argentina la triste situación de presentar un femicidio cada 30 horas. La violencia familiar y de género es un grave problema social, cultural y de salud pública, determinada por múltiples factores (sociales, culturales, familiares e individuales) en permanente interrelación.
Cuando hablamos de cultura se refiere al conjunto de conocimientos, ideas, prácticas individuales y colectivas, hábitos, modos de vida, valores, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo. La cultura imperante es la patriarcal. Esta es, la que define nuestras maneras de manejarnos y pensar. La violencia familiar y de género no puede comprenderse si no partimos desde ahí.
Cuántas veces escuchan la pregunta: “¿Por qué ella no lo dejó antes de que la mate?” o “¿Por qué él no se quitó la vida antes de cometer el femicidio?” ¿Suponen que si fuera tan simple ellas elegirían quedarse? ¿Alguien piensa que si pudieran escapar no lo harían? El entramado es muy complejo y las respuestas no pueden ser simples.
La psicóloga estadounidense, Lenore Walker explica con mucha claridad el ciclo de violencia: “Ellas aman a sus parejas. Sí, y piensan que, tras cada golpiza, ante las promesas de cambios, estos se producirán” (Walker, 1979). Esperan meses, incluso años, para que ocurran. Pero los cambios no llegan. Ambos necesitarán ayuda profesional para que cese la violencia en la pareja.
Algunas líneas de pensamiento se desarrollan desde el sistema ideológico patriarcal. Esto es, todas las instituciones públicas y privadas están atravesadas por esta ideología dominante. Sabemos de los esfuerzos que se hacen desde distintos actores sociales (ONG) y desde el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación (sector público). Pero también sabemos que estas acciones no pueden parar los femicidios. Por esto es que hablamos de prevención.
Para comenzar, se trabaja en la comunidad sobre los estereotipos, es decir, sobre lo que se espera de la mujer y del varón en nuestra cultura. Definir qué son y cómo se construyen los estereotipos de géneros, nos ayuda a entender por qué los roles entre mujeres y varones revisten tanta rigidez. Por qué cada uno/a desempeñan los roles en la sociedad, dentro del hogar, del trabajo y todas las instituciones. Estos modelos binarios, rígidos, son sostenidos hace siglos. Fueron muy funcionales para el objetivo de mantener el poder del lado de los varones. O, mejor dicho, la supremacía masculina sobre las demás personas. Tenemos sobradas muestras de que las sociedades así conformadas han tenido enormes privilegios.
Los roles que se asignan a las mujeres y varones empiezan en el mismo momento que se sabe el sexo biológico del nuevo ser: “¿es una nena o varón?”. Acá comienza a activarse el rol que asigna la sociedad patriarcal. Por ejemplo, desde que nacemos “nenas” nos espera un mundo de rosa. Literalmente, nos esperan saquitos rosas, batitas rosas, pantaloncitos rosas y una habitación con flores, muñecas con vestidos y pelo largo. También estarán las princesas (en muñecas, disfraces, juguetes). Al nacer mujer, todo se prepara con los colores y decoración “de nena”. En este punto, empieza la reproducción de los estereotipos de género femeninos.
Los caminos de dificultades continúan con la primera menstruación y los secretos. El temor a que la ropa se manche, el tabú de la menstruación. En la adultez el tabú de la menopausia. Ser mujer implica tener que responder a un cuerpo estereotipado, delgadez absoluta, curvas, maquillaje, ropa, tacones y la juventud eterna. Siempre estar fantásticas. La puesta en escena de los rituales con los que nos espera esta sociedad y prepararnos para el rol que ya está asignado desde mucho antes de nacer.
Las mujeres podremos elegir recién al tener voz para hacerlo, desde los catorce o quince años. Es un momento difícil de la adolescencia, donde se va construyendo lo que será la futura personalidad. Lo que se permite en esa etapa es protestar, oponerse para imponer un estilo que se va demarcando. En esta etapa, muchas ya se oponen a las ropas hegemónicas, a los peinados asignados y a las actividades reservadas solo para mujeres (ama de casa, esposa, madre, cuidadora). En la mayoría de edad, se agrega el trabajo afuera de la casa. Al llegar al hogar, son ellas las que ayudan con las tareas domésticas. En la adultez, la sobrecarga laboral de las mujeres suele ser lo habitual en los hogares.
En estos momentos atípicos como el que estamos viviendo por la pandemia, la tarea de las mujeres se intensifica. Además de todas las tareas ya descriptas, se agregaron, entre muchas otras, las tareas del colegio en la virtualidad de lxs hijxs. El estrés por causa del exceso de tareas es lo habitual para las mujeres. La posibilidad de cambio está en una mayor colaboración de los varones.
Las modificaciones de los estereotipos ayudarán a que se eduquen mujeres para ser independientes, para modificar la romantización del vínculo con los varones. Las personas quieren de igual forma sin importar su género. De esto se trata la igualdad: igualdad para querer, igualdad para trabajar, igualdad para tener los mismos lugares asignados dentro de la sociedad. Si los vínculos respetan las igualdades mencionadas, nadie le impondrá nada a su pareja. La relación se construirá sobre un modelo equitativo ante las responsabilidades domésticas, con los hijxs y con los trabajos. La violencia doméstica y de genero se genera y profundiza por la desigualdad en los roles asignados a mujeres y varones.
La violencia doméstica y de género se incrementa en pandemia, por las necesarias medidas de resguardo sanitarias.
En caso de que vivas una situación de violencia de género o sepas de alguien que la padece, llamá en forma gratuita al 144 o al whatsapp 1127716463. En todo el país, los 365 días del año.
*Psicóloga - U.B.A.