Así lo declara la cadena CNN en el marco del recientemente estrenado docuserie “Patagonia: Life on the Edge of the World ”, donde se incursiona en la maravillosa e inusual vida en el “fin del mundo”.
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SUSCRIBITEAsí lo declara la cadena CNN en el marco del recientemente estrenado docuserie “Patagonia: Life on the Edge of the World ”, donde se incursiona en la maravillosa e inusual vida en el “fin del mundo”.
Compartida con Chile, la Patagonia con sus miles de hectáreas de extensión no sólo posee increíbles paisajes y climas que nada le tienen que envidiar a los Alpes, también es hábitat de un sinfín de especies nativas que deslumbran a turistas y habitués.
La remota región se extiende desde los bosques chilenos, cruzando los helados desiertos del sur argentino para llegar a los mil tonos azules de los vastos glaciares que se encuentran al final de la cordillera andina.
Entre sus especies podemos encontrar al puma, pingüinos, loros, orcas…que conviven con los turistas que se acercan al terreno en busca de un pacífico lugar para realizar extremos -o relajantes- deportes: kayak, trekking, ciclismo, escalar, rafting y (¿por qué no?) practicar snorkel para observar de cerca las especies acuáticas.
“Este es un lugar para gente a la que le gusta la aventura. Podés sentir el viento y también sentir el ma r”, dice Kevin Zaouali, director de la docuserie ya mencionada, que se estrenó ayer domingo para Estados Unidos y pronto estará disponible en las repetidoras de Latinoamérica.
Gran parte de esa intocabilidad se la debemos a la que la mayoría de los sitios expuestos en el documental y que te mostramos desde pilaradiario.com son parques nacionales. La Ley 22.351 establece que “PODRAN DECLARARSE RESERVAS NACIONALES O MONUMENTOS NATURALES LAS AREAS DEL TERRITORIO DE LA REPUBLICA POR SU BELLEZA, FLORA O FAUNA, O EN RAZON DE UN INTERES CIENTIFICO, PARQUES NACIONALES” ¡y vaya que son lugares bellos!
Este tipos de leyes buscan, justamente, preservar intactos los lugares considerados de valor material o simbólico para nuestro país. Con esto, el Estado se compromete a contener sistemas o elementos naturales representativos, singulares, frágiles, amenazados o de especial interés ecológico, científico, paisajístico, geológico o educativo; y estar dedicado especialmente a la protección y el mantenimiento de la diversidad biológica, de la geodiversidad y de los recursos naturales y culturales asociados.