Soy mano

Mientras tanto…

Por Graciela Labale.

Por Por Graciela Labale 17 de octubre de 2020 - 07:59

Parece que la rutina pandémica, para muchos, va ganando por goleada. 
Tristezas infinitas, miedos entendibles, desconcierto por el futuro, bolsillos vacíos, desocupación, muertos cercanos, días calcados sin proyectos a futuro y tantas calamidades más, hacen que se entienda ese tedio casi descontrolado que todo lo envuelve.
Mientras tanto, otras y otros intentan “reinventarse”, palabrita de moda en tiempos de estricta mishiadura. Grupos de emprendedoras y emprendedores de diversos rubros,  ollas del amor en cada barrio, con el plato de comida caliente que ayuda a seguir, las y los docentes dando las clases como pueden, porque hay que remarcar que los pibes no van a la escuela “pero las clases nunca se suspendieron”, el personal de salud en su batalla desigual para defender la vida, organizaciones sociales, bibliotecas populares, fundaciones que le ponen el hombro a la situación y un Estado que, desde lo personal, pienso hace lo que puede, con aciertos y errores, en un país devastado por años de vaciamiento reiterado en todas las áreas de su existencia. 
Mientras tanto se tejen redes para sostener al otro y sostenernos, cada uno a su modo, con lo que tiene y otros tantos, los miserables de siempre, especulan con el dolor ajeno, mostrando la peor cara entre burlas desafiantes y un individualismo indignante.
Mientras tanto, algunas, algunos, en medio de toda esta locura cotidiana y desgastante, nos zambullimos en la escritura, la música, la lectura, el arte. A mí se me dio por compartir con ustedes, algo que escribí hace un tiempo, ya ni sé cuánto, con esto del “mientras tanto”.
“Y ahí estaba yo, al amparo del fuego sagrado de una fría noche de otoño en un tiempo de soledades.
Mientras tanto… una lluvia pertinaz mojaba los cuerpos de los quebrados por todos los olvidos.
Mientras tanto… los vidrios se empañaban con el llanto de las miserias cotidianas.
Mientras tanto… el carnaval de algunos ignoraba a la anciana que buscaba el mendrugo ultrajante.
Mientras tanto… llegabas vos al refugio del buen amor 
con tu hambre de abrazos y etéreas nostalgias de noches eternas.
 

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