Hoy se celebra en nuestro país el Día de la Danza.
La efemérides tiene un origen trágico: recuerda el accidente fatal en el que nueve
bailarines pertenecientes al elenco estable del Teatro Colón perdieron la vida
al estrellarse el avión en el que viajaban, el 10 de octubre de 1971.
No obstante, la fecha se aprovecha además para
reivindicar una de las ramas del arte más populares.
En Pilar, la danza es un verdadero fenómeno: en los
últimos años, gran cantidad de escuelas y academias abrieron sus puertas a
miles de pilarenses (mujeres, en su mayoría) de todas las edades.
Sol Rojo, Oriental Dreams, la Academia de Comedia Musical de Valeria Lynch, Crew, Let it Dance, son apenas algunas de ellas.
Conductas
Melisa MimeGorosito está al frente de Sol Rojo (Juan B. Justo 386, Villa Morra). Comenzó a
bailar a los cinco años, pasando por la clásica, el jazz y el zapateo
americano, entre otros, aunque hoy esté dedicada a ritmos urbanos. "Cuando
arranqué era un queso (risas), no tenía talento, así que no empecé por eso,
empecé porque probé y me gustó. Me di cuenta que me destacaba ya más grande,
como a los 10, que veía que me ponían en grupos más avanzados”.
Sol Rojo nació en 2011, en el garaje de su casa. "Ahí
empecé dándole clases a seis chicas, pero comencé sin tener planeado abrir mi
propia academia. Se dio todo de manera natural y yo me fui adaptando a ese
crecimiento, pero sin buscarlo, simplemente fue pasando”. Hoy, el lugar tiene
alrededor de 200 alumnas desde los 6 años hasta adultos, divididas por edades y
niveles.
"Creo que la danza sirve para vivir la vida -asegura-,
la veo como un recurso que brinda enseñanzas que se pueden aplicar en otras
áreas. Es una herramienta para el encuentro, para hacerse preguntas y encontrar
respuestas, que se pueden replicar en distintas situaciones”. Y agrega: "Para
mí la danza es una herramienta para vivir la vida de una forma más consciente.
Hay una frase muy linda que dice ‘somos el resultado de nuestras conductas’, y
me parece que bailar genera muchas conductas, por ejemplo la de tener que
mirarte a vos mismo en un espejo, todo el tiempo estar corrigiéndote para
mejorar, tener un tiempo para vos mismo en el que no haya otra cosa...”.
La joven expresa que la danza implica "una hora u
hora y media en la que solo estás presente en lo que estás haciendo, entonces
me parece súper valioso. Si uno logra tener todas las conductas que la danza
genera es muy enriquecedor”.
Sueño oriental
La danza siempre estuvo presenten en la vida de
Florencia Abtt, creadora de la Escuela de Danzas Árabes Oriental Dream (Rauch
2121, La Lonja). Si bien da clases desde que tenía 13 años, en 2012 se recibió
en la Arabian Dance School de Amir Thaleb, uno de los sitios más prestigiosos
en el género.
En la actualidad, además de manejar su propia
academia, a la que asisten unas 70 personas, da clases en el profesorado Ballet
Studio VGL.
"Empecé a bailar a los 7 años y nunca dejé. La danza
es un camino en el que se necesita mucho apoyo, y por suerte siempre estuve
respaldada por mis padres”, comenta.
Florencia reconoce que "siempre es difícil vivir de
esto, pero hay que luchar por los sueños”. Precisamente, esas enseñanzas trata
de transmitir a diario ante sus alumnas: "Les hablo de la humildad, de ser
buenas compañeras, que piensen en el esfuerzo, el sacrificio y –sobre todo- que
disfruten”.
Con pasión
"La danza representa mi vida, no me imagino viviendo
de otra forma. Es lo que más amo hacer y lo que más disfruto”, expresa Ayelén
Ingolotti, fundadora de Crew (Ituzaingó 350), escuela de baile que cuenta con
270 alumnos, desde los 3 años en adelante.
Ayelén recuerda que "empecé a los 10 años en el Colegio
Brown, con Andrea Valfre, y al tiempo empecé a tomar clases en su academia. Teníamos
un grupo de competición de Hip Hop. Después de muchos años, continué con Javier
Arias en Dream N’ Dance y en Capital”.
Así se generó su atracción por el Hip Hop, "el
género que más me gusta, porque es la danza en la que me siento más cómoda y la
que más me divierte”.
Crew se fundó el 1º de mayo de 2015 y no para de
crecer: "Mi familia es la responsable de todo esto, porque con mucha insistencia
me convencieron en abrirla. Fue con mucha ayuda de todos ellos, especialmente
la de mi papá....”.
Acerca del fenómeno, Ayelén destaca que "hay un
montón de escuelas en Pilar y alrededores, todas con muchísimas ganas de
enseñar y compartir, que es lo más importante”.