Brenda Holtz y Horacio Tolosa son una pareja de tango callejero. Para ellos no existen los complejos y a pesar de su discapacidad demuestran su talento en las calles de Buenos Aires. Podrían ser dos bailarines más que conectan al viandante con la pasión y la melancolía porteña, pero no es así, ya que su danza, al igual que su amor, además de ir sobre ruedas, no tiene límites creativos sobre las aceras.
Se conocieron de baile en baile en Plaza Dorrego, en el barrio de San Telmo, hace seis años. Desde entonces su amor se fortaleció con cada pieza de tango al aire libre, en múltiples teatros y en cuatro mundiales donde representaron a la Argentina.
Este mes cumplieron dos años de casados y siguen sosteniendo sus presentaciones de martes a domingos en Plaza de Mayo: "Siempre estuve en silla de ruedas, para mí el baile significa todo", dice @brendaholtz77 a sus 47 años.
También cada lunes dan un taller para la gente que quiera acercarse, será justo frente al Congreso de 19 a 20:30hs. Y en diciembre se presentan en el Teatro Astrospara quien quiera disfrutar y apoyar su trabajo.
"Con Brenda es un baile que es hermoso, pero también no tiene limitaciones en lo creativo. No tiene limitaciones de nada: de lo que es la expresión de los cuerpos, de lo que es el fluir mientras se baila...al contrario, es mucho mejor", explica Horacio, que ve una ventaja en que Brenda, su pareja de danza y "de vida", baile desde una silla de ruedas por su discapacidad.
Hasta las cosas que parecen imposibles con "media vuelta" se consiguen, explica la bailarina, quien también cuenta con la seguridad y la confianza de su pareja para lograrlo.
"Si algo te gusta, te llega y sentís que te vibra dentro ¡no tenés que perderlo! Del modo que sea, con el tiempo que te lleve: hacé lo que te gusta. Hacelo ahora, mañana no sabés", dice para animar a todos aquellos que sienten que les "pesa" más lo que opinen los de "afuera" que lo que quieran hacer ellos mismos.
"Yo bailo cuando me llevan, pero si yo te quiero llevar también te llevo", explica al apoyarse en la nueva tendencia de en las milongas, el “Tango Queer”. En este caso, hombres y mujeres aprenden ambos roles y sacan a la pista a personas de su mismo sexo.
Sobre las ruedas de Brenda, que usa desde que nació a causa de su espina bífida, no existen los complejos ni estos tienen razón de ser. Una bailarina más. Una bailarina diferente. Él le da al “play” y ella siente que vuela, que se pierde. Solo existe la música y ellos dos.
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