¿Cuántas noches pasaste sin dormir por culpa de los mosquitos? O te despertaste por la mañana con infinidad de picaduras. Este verano los mosquitos son una pesadilla en la Argentina y por supuesto en Pilar.
¿Cuántas noches pasaste sin dormir por culpa de los mosquitos? O te despertaste por la mañana con infinidad de picaduras. Este verano los mosquitos son una pesadilla en la Argentina y por supuesto en Pilar.
Los mosquitos son identificados como uno de los insectos más peligrosos del mundo, ya que con su picadura pueden transmitir enfermedades y, en ocasiones, ocasionar el fallecimiento de las personas.
Pero, además del factor mencionado, también representan un alto nivel de molestias para los seres humanos, que hacen todo lo posible para interrumpir su ciclo de vida.
Y, aunque es imposible librarnos de los mosquitos, existe un solo país del mundo que, por una serie de factores, no sufre los efectos negativos de este insecto porque, simplemente, no habita en su territorio. El único país del mundo sin mosquitos es Islandia. ¿Por qué?
Aunque resulte extraño, Islandia es el único país del mundo que, gracias a su clima, nunca batalló ni batallará, a corto plazo, con las especies de mosquitos que habitan en el resto del planeta.
Sucede que, en este país, ubicado en una isla al norte del océano Atlántico, muy cerca del círculo polar ártico, las temperaturas varían en gran medida, durante todos los meses del año.
En Islandia no hay mosquitos porque su ciclo de vida no ha conseguido adaptarse a su peculiar clima, durante el invierno.
Un mosquito suele vivir entre 30 y 50 días. En este tiempo pasa por cuatro fases. La primera es, lógicamente, el huevo que el mosquito hembra pone directamente en el agua o muy cerca de ella. Esto es una condición indispensable. Para que haya mosquitos tiene que haber agua cerca.
En dos días el huevo eclosiona y se convierte en larva. Vive en el agua, en donde se alimenta de microorganismos durante 5 o 6 días.
El tercer estado, el más particular de todos, es la pupa. Dura un par de días y aquí el mosquito ni se alimenta ni se mueve. Lo que hace es convertirse en adulto dentro de una especie de crisálida, de forma similar a una mariposa, pero en versión Conde Drácula.
La clave de todo el asunto está en el ciclo pupa. Cuando un mosquito está en esta fase y bajan las temperaturas, las pupas son capaces de hibernar. Pasan el invierno en este ciclo y cuando llega el buen tiempo, emergen de la pupa en forma de adulto. Así es como sobreviven estos insectos. Pero en Islandia pasa una cosa muy peculiar.
La estación invernal en Islandia es única. Allí en invierno los lagos y el agua se congelan. Los mosquitos en fase pupa hibernan esperando la primavera. Pero en el invierno islandés los días muy fríos se combinan con ciclos cortos de calor, que derriten el hielo.
Es decir. Mientras que una jornada de invierno puede alcanzar -20°C, pocos días después el termómetro puede elevarse hasta los 10°C.Y lo mismo sucede en verano, que suele tener algunas jornadas con 14°C y otras con -2°C.
Entonces, ante esta curiosidad climática, los mosquitos no pueden reproducirse en sus entornos húmedos, con agua estancada, porque la superficie se congela y se descongela constantemente.
Por otro lado, este tipo de insectos necesitan de un ambiente con abundante vegetación para garantizar la supervivencia de su población. Un factor que no está presente en muchos lugares de Islandia.
Según los expertos, Islandia tiene un clima subpolar oceánico, con veranos e inviernos suaves, en comparación al resto de los países de Europa con los que comparte algunas características.
Mediante estudios, se comprobó que elúnico país sin mosquitos en el mundo tiene una temperatura media anual de 7,4°C, que puede ascender hasta un promedio de 14°C en verano y descender a una media de 0°C en invierno.
Sin embargo, al momento de investigar sobre sus récords, hay sorpresas. Mientras que el día más caluroso en la historia de Islandia fue el22 de junio de 1939, cuando el termómetro escaló hasta los 30,5°C en Teigarhorn, la jornada más fría tuvo lugar el 22 de enero de 1918 en las localidades de Grímsstaðir y Möðrudalur (-38°C).