Hay personas expertas en perder las cosas. A veces, no saben dónde dejaron las llaves, el teléfono o los anteojos. En otras ocasiones, la situación es un poco más seria. Hablamos de personas que pierden el dinero, las tarjetas de crédito, los documentos de identidad o bienes que de verdad son valiosos.
Seis meses y medio de vida se nos van en encontrar cosas que hemos perdido en nuestra propia casa. O, lo que es lo mismo, 2,38 días al año, casi 66 minutos por semana, algo menos de diez minutos cada día. Así lo estableció un estudio titulado “Orden y tiempo”, encargado por Ikea y realizado por la agencia McCann.
¿Cuáles son los motivos que hacen esto posible? En la nota, te las detallamos.
Motivos de perder cosas frecuentemente. (hearinglife.com)..png
Motivos de perder cosas frecuentemente. (hearinglife.com).
- ¿POR QUÉ SE NOS PIERDEN LAS COSAS DE FORMA FRECUENTE?
¿Por qué ocurre esto? Al revisar la literatura disponible, no parece existir un acuerdo al respecto. Unos le dan una explicación cognitiva, asociada a la memoria y la atención. Otros apuntan a que se trata de una condición determinada por la genética o la personalidad.
Por otro lado, está la explicación psicoanalítica, en la que cuenta mucho la voluntad inconsciente de las personas. Plantea que este tipo de situaciones obedecen al deseo inconsciente de perder las cosas por algún motivo poco racional. Y por si todo lo anterior fuera poco, también hay quienes sostienen que el olvido está relacionado con la inteligencia. ¿Cómo entender entonces este problema?
. PERDER LAS COSAS, ¿UN ASUNTO DE GENES?
En la Universidad de Bonn se llevó a cabo un estudio entre personas que tenían por costumbre perder sus pertenencias. El objetivo era establecer patrones biológicos comunes entre ellas. Al final, detectaron que el 75 % de los encuestados presentaban una variación en el gen receptor de dopamina D2 (DRD2).
Los investigadores concluyeron que esto les hacía más propensos al olvido, ya que este gen se relaciona de forma estrecha con el control, la impulsividad y la susceptibilidad a la falla cognitiva diaria, según lo evaluado por el cuestionario.
No obstante, como suele suceder, la existencia de estos marcadores biológicos no explica por sí sola las conductas. Una predisposición o potencialidad no asegura al 100 % la presencia de un comportamiento (por ejemplo, también entra en juego la variante de la personalidad en relación con la impulsividad).
El director de la investigación, Sebastián Markett, señaló también que al menos la mitad de los olvidos se pueden explicar a partir de una predisposición genética. Esto, a su vez, se corresponde a, por lo menos, 10 variaciones en genes.
. OLVIDO Y FALTA DE ATENCIÓN
La explicación más frecuente para esa tendencia a perder las cosas tiene que ver con un factor cognitivo: la atención. Uno no está concentrado por completo en lo que hace y por eso ocurren esos pequeños accidentes que impiden recordar dónde están las gafas o el bolígrafo.
Esa falta de atención obedece, por lo general, a que la mente trabaja sobre un problema que le resulta más importante y, por lo tanto, lo prioriza. Bien sea porque se está en la ejecución de una tarea, se piensa en otra cosa distinta, o bien porque uno está en modo multitarea.
En cualquiera de los casos, esa dispersión supone un obstáculo para el almacenamiento, conservación y recuperación de la información.
. INTELIGENCIA Y OLVIDO, ¿QUÉ RELACIÓN HAY ENTRE ELLOS?
En un artículo sobre la persistencia y la fugacidad de la memoria se ha planteado que, cuando una persona es muy inteligente, se centra demasiado en sus propios pensamientos, al punto que se olvida del mundo externo («estereotipo de genio despistado»). Es decir, no prestan atención a los asuntos menores o cotidianos, y por eso suelen extraviar pertenencias con frecuencia.
La teoría dice, por tanto, que la memoria no es el único proceso cognitivo que influye en los olvidos cotidianos. Saber manejar los datos almacenados en la misma y usarlos para tomar decisiones válidas en momentos dinámicos o ambientes ruidosos parece ser la clave.
Así, alguien con mucha memoria (signo de inteligencia, pero no el único) podría perder cosas con periodicidad porque no toma decisiones adecuadas cuando, por ejemplo, va con prisas. En este escenario, una persona con inteligencia (más allá de la capacidad de retentiva) elaborará estrategias para no perder las cosas cuando tiene que salir rápido de casa.
. EL DESEO INCOSCIENTE AL PERDER LAS COSAS
Desde el punto de vista psicoanalítico, esas pérdidas parece que son una expresión de un deseo inconsciente. En otras palabras, el inconsciente se impone sobre la mente racional en función de un deseo que no es reconocido desde la consciencia. Se extravían las pertenencias que se quieren extraviar. Es una manera de expresar el rechazo al significado de las mismas.
De este modo, perder las llaves es una forma de manifestar el deseo de no entrar de nuevo en casa o de no estar presente en alguna situación que se anticipa.
Extraviar los anteojos implicaría el deseo inconsciente de no querer ver alguna situación o de no trabajar en algo que se rechaza.
También es posible que las cosas se dejen en algún lugar específico porque, sin pretenderlo, se desea compensar a quien habita o trabaja allí.
Luchar contra los olvidos cotidianos. (lalabumapp.com). jpg
Luchar contra los olvidos cotidianos. (lalabumapp.com).
- ¿CÓMO LUCHAR CONTRA LOS OLVIDOS COTIDIANOS?
En primer lugar, es crucial reconocer que los olvidos pueden ocurrirle a cualquier persona y en cualquier momento. A menos que lleguen a convertirse en una limitación para realizar alguna actividad o que tengan un rasgo patológico, extraviar las llaves o la billetera es algo que le ocurre a la mayoría de las personas con frecuencia. Con base en esta idea, ten en cuenta lo siguiente.
- Prestar atención a cómo te defines: es diferente pensar que «he tenido un descuido ocasional» a decir «siempre olvido todo, ¡soy un desastre!». Trátate con amabilidad y respeto.
- Recorrer con la mente la trayectoria: esta es la técnica más sencilla para encontrar aquello que pierdes. No garantiza un 100 % de éxito, pero te ayuda a tomar consciencia de los pasos y acciones que das.
- Utilizar estrategias de organización: agendas, notas, alarmas… Son muchas las formas de no depender de la memoria a la hora de pasar por momentos frenéticos del día.
- Mantener el orden en el entorno: es fácil perder las llaves si cada día las dejas en un lugar. Cada objeto cotidiano debe tener un sitio, pues esta es la referencia para encontrar cosas de manera automática.
- Añadir consciencia a las acciones: por ejemplo, decir en voz alta «estoy dejando las gafas en la mesilla de noche». De esta manera, los objetos no se depositan sin pensar, sino que se hace como un acto consciente y después se recuerda mejor.
- Visualizar tareas pendientes: la visualización es una herramienta poderosa para activar la memoria. Por ejemplo, puedes relacionar el hecho de mirar la nevera con acordarte de hacer la compra.
- Frenar el ritmo de vida: sí, es más fácil de recomendar que de llevar a cabo, pero la mayoría de las veces es la vorágine de tareas y acontecimientos de la vida lo que vuelve a alguien despistado. Trata de no pasar el día en modo automático.
- Cuidar de la salud emocional: muchas de las quejas subjetivas de olvidos proceden de un estado emocional negativo. En concreto, la sintomatología ansioso-depresiva está relacionada con una mayor frecuencia de despistes.
¿LO SABÍAS!
¡A RECUPERAR LO PERDIDO!