El Día de los Reyes Magos, el 6 de enero, es uno de los días más esperados por los niños para recibir regalos, mientras los adultos comparten la tradicional rosca. Esta festividad tiene un trasfondo histórico mucho más complejo que solo recibir regalos y comer rosca. En la nota te compartimos algunas de sus curiosidades.
El origen de este día se remonta a la Biblia, según el Evangelio de Mateo, tres magos de Oriente, guiados por una estrella, llegaron a adorar al niño Jesús y le ofrecieron oro, incienso y mirra como regalos, la visita a Jesús ocurrió 13 días después de su nacimiento.
El nombre de los magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, y el hecho de que fueran reyes, se estableció en la Edad Media, basándose en tradiciones y leyendas posteriores.
Los tres reyes magos, que provenían de Europa, Asia y África, se encontraron con el rey Herodes para preguntarle la ubicación del futuro Rey recién nacido, que les había sido anunciada por una estrella. El monarca ignoraba el nacimiento de Jesús, y la profecía de un futuro rey de los judíos le pareció una amenaza a su poder, por lo que reunió a su corte para que le aportaran información.
Aunque ninguno conocía la identidad del recién nacido, los sacerdotes y escribas convocados por Herodes en presencia de los Reyes Magos sostuvieron que el lugar sería Belén de Judá, citando una antigua profecía que anunciaba que en esa ciudad “saldrá un caudillo, que apacentará al pueblo de Israel”.
Entonces, Herodesenvió a los Reyes Magos a esa ciudad, y pidió que le revelaran su ubicación para ir a adorar al niño, aunque su verdadero plan era matarlo para poder mantener su reinado. Ignorantes de sus verdaderas intenciones, Melchor, Gaspar y Baltasar prometieron compartirle la ubicación del nacimiento del niño y reanudaron su camino.
Los tres siguieron la estrella a través del desierto hasta llegar al lugar donde había nacido Jesús, que en el Evangelio según San Mateo no se menciona como un pesebre: “Al ver la estrella sintieron grandísimo gozo, y, llegando a la casa, vieron al niño con María, su madre”. Entonces ocurrió la epifanía que hace que el Día de los Reyes Magos sea llamada Fiesta de la Epifanía de Dios: “Cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”.
Cada uno de estos regalos tenía una importancia simbólica:
Más tarde se echaron a dormir, y según relata la Biblia, fueron “advertidos en sueños de no volver a ver a Herodes, y se tornaron a su tierra por otro camino”.
El desplante de los Reyes Magos a Herodes tuvo una consecuencia inesperada, según la tradición: Al no conocer la identidad de Jesús, el monarca mandó matar a todos los niños menores de dos años en Belén, lo que motivó la conmemoración católica de los Santos Inocentes, que se festeja el 28 de diciembre.
La costumbre de dar regalos a los niños en esta fecha se originó en España a finales del siglo XIX, imitando la ofrenda de los magos al niño Jesús.
La leyenda cuenta que había un cuarto Rey Mago llamado Artabán, que nunca llegó a su destino, pero, aun así, fue recompensado.
Artabán era un hombre de largas barbas que residía en el monte Ushita y junto a Melchor, Gaspar y Baltasar realizó planes para realizar el viaje en donde conocerían al Mesías y le entregarían sus respectivos regalos.
Los obsequios que el cuarto Rey Mago le llevaba al niño Jesús eran piedras preciosas: rubí, jade y diamante.
Sin embargo, en su camino hacia Belén el cuarto Rey Mago se encontró con un anciano enfermo, cansado y sin dinero que necesitaba de sus cuidados, por lo que Artabán sin dudarlo le ofreció su ayuda.
Después de ofrecerle su apoyo, Artabán continuó su camino a Belén para ver al niño Jesús, sin embargo, cuando arribó se encontró con que los padres del niño habían huido rumbo a Egipto, escapando de la matanza de infantes que había ordenado Herodes.
Aunque no sea un día de asueto, se trata de una celebración muy extendida en el mundo católico. En esta fecha, los niños escriben cartas con sus deseos y preparan pasto y agua para abastecer a los camellos de los Reyes Melchor, Gaspar y Baltasar, que a cambio les dejan los regalos que pidieron o pudieron conseguir.
Además, se celebra comiendo una Rosca de Reyes. Ella se caracteriza por tener forma ovalada o circular, que simboliza el amor eterno de Dios que no tiene principio ni fin. Está adornada con frutos secos, que significan las distracciones que impiden al ser humano encontrar a Jesús. Y contiene en su interior objetos escondidos, lo que representa la búsqueda del niño Jesús que los reyes de oriente hicieron para adorarlo.