Desde 2021 que la familia no sabe nada de Napoleón.
La historia de Cecilia Pedrouzo y la de su familia es similar a la de muchas otras que decidieron emigrar a otro país en busca de nuevas oportunidades. Aunque, en su caso, una situación inesperada vinculada con su perro Napoleón sigue empañando sus días en el exterior.
En febrero del año 2020, junto a su marido y a sus dos hijos -que por entonces tenían 5 y 8 años-, Cecilia decidió dejar su casa de Pilar para mudarse a Barcelona. El primer lugar donde contrataron alojamiento por tres meses mediante el sitio Airbnb no permitía residir con mascotas, por lo que se vieron obligados a dejar a su perro Napoléon en Argentina.
"A través de contactos de la zona, difundimos que necesitábamos un hogar para Napo donde lo cuidaran y la condición del que se lo quedase, era que nos iba a deja verlo cuando viajáramos a Argentina, ya que mis hijos lo iban a extrañar mucho", explicó la mujer.
La persona aparentemente indicada llegó, tanto que tal como cuentan "nos dijo que incluso, si quisiéramos llevarlo a España, se lo dijéramos". Por este motivo, sus dueños decidieron colocarle un chip y "dejarlo con todos sus papeles en regla, para un eventual viaje del perro en avión".
Sin embargo, lo que a primera vista parecía un alivio no tardó en volverse un disgusto. "Tuvimos contacto solo en 2021 con esta persona, luego dejo de responder y cambio del teléfono. Lo busque por Facebook y le escribí, a lo que respondió que tuvo que mudarse y regalar al perro".
En cuanto al paradero del perro, el adoptante no aportó mayores pistas. En este sentido, según la mujer, manifestó que "no tenía el teléfono de la familia que lo adopto, sólo sabe que tenían hijos y “era buena gente”".
Frente a esta incertidumbre y con la necesidad de tener noticias sobre su mascota, la familia busca tener noticias de Napoleón. Antes, aclaran su propósito de "no juzgar a nadie".
Mediante una carta publicada en las redes sociales acompañada por fotos del perro, buscan "ubicar a Napo para que mis hijos lo visiten cuando viajemos a Argentina. Son niños de 12 y 9 años y siguen llorando a su perro".
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