Entre las consecuencias del aislamiento social, preventivo y obligatorio decretado a raíz de la pandemia del coronavirus, los padres y madres ven con creciente preocupación la cantidad de horas que muchos niños y adolescentes pasan frente a la pantalla jugando en línea.
En este contexto, la Universidad Austral llevó adelante una investigación conjunta dirigida por Francisco Albarello, de la Facultad de Comunicación, junto al Instituto de Ciencias para la Familia de la UA y el Instituto de Familia de la Universidad de los Andes, de Chile, sobre cómo innfluye el videojuego Fortnite en la dinámica familiar.
Si bien la investigación se realizó mucho antes de instalarse la cuarentena, sus resultados impactan hoy entre las familias. Entre sus conclusiones, los académicos no solo analizan la mirada negativa de los padres sobre el videojuego (la adicción que provoca, su rasgo violento y el hecho de que sus hijos establezcan contactos con desconocidos), sino también los aspectos positivos sobre Fortnite (el desarrollo de complejas estrategias de trabajo en equipo y el empleo de competencias colaborativas destacables).
A partir de 82 entrevistas en profundidad a niños y padres de 32 hogares (16 de Argentina y 16 de Chile), estudiaron los conflictos o situaciones que se producen en los hogares, qué acciones desarrollan los padres con sus hijos (lo que llamamos “estrategias de mediación parental») cuando juegan Fortnite, qué capacidades o competencias desarrollan los niños al jugar Fortnite y qué valoraciones hacen los niños sobre este videojuego de carácter social.