“Ella se quedó sin boda ni arroz”, dice la canción de Charly García que bien podría musicalizar el presente de numerosas parejas a las que la pandemia las dejó con un pie en el altar. Ahora, que el período de aislamiento obligatorio dio paso al distanciamiento social, piden certezas y sueñan con ganarle la pulseada al 2020, cerrándolo con el sí quiero.
Iba a ser el día más feliz de sus vidas, hasta que la pandemia se interpuso en sus planes. Con fiestas señadas, anillos grabados y vestidos a medias, desde marzo navegan en la incertidumbre de no saber cuándo podrán casarse.
El 28 de noviembre era la fecha señalada para que Agustina y Alan, ambos vecinos de Pilar, se convirtieran en marido y mujer tras cuatro años de noviazgo. El pedido de mano llegó el último día del 2019, cuando el año entrante era todavía una página en blanco y todo era adrenalina. Los preparativos comenzaron en febrero, tan rápido como se deshizo la ilusión a fuerza de noticias lamentables y miedo.
Ahora, con la fiesta reprogramada para finales del 2021, quieren pasar por el registro civil en las próximas semanas y para esto, la futura novia –psicóloga, de 27 años- le escribió una carta al gobernador Axel Kicillof solicitando que se habiliten los casamientos civiles en Pilar.
“No vivimos juntos y para mí es importante mudarme una vez casados. Que el casamiento signifique un cambio real”, afirmó Agustina en diálogo con El Diario, para agregar que “el 2020 era nuestro año y queremos decir, no importa lo que pasó, nos casamos igual”.
Apelando a las aperturas ya habilitadas, la joven señala que “solo necesitaríamos cinco personas: un funcionario público, una pareja y dos testigos y también está la posibilidad de hacerlo al aire libre”. “La fiesta ya la pospusimos, no es nuestra intención poner en riesgo a nadie sino casarnos”, enfatizó y agregó: “cada pareja vive su relación de manera distinta y existen múltiples razones para querer hacerlo. Casarse libremente es un derecho y se nos está arrebatando”.