La metodología que se ha transformado en moneda corriente en los ataques a los negocios del centro de Pilar, empieza a desgastar a los comerciantes. Dueños de enojos y de dolores de cabeza generados por un piedrazo en la vidriera, o tal vez una reja forzada por la noche, son una constante durante los fines de semana, y en algunas ocasiones durante los días laborables, encontrando que son más altos los costos de reparación de las fachadas y el refuerzo en las medidas de seguridad, que la mercadería robada (en los casos en los que esto sucede).
Así lo manifiestan los trozos vidrios que aún se ven sobre la vereda de un reciente ataque a una agencia de trabajo de la zona, pero en realidad son marcas que vienen desde principio de año.
En marzo, El Diario daba cuenta de una serie de robos sufridos por comercios de la manzana comprendida entre Pedro Lagrave, San Martín y 11 de Septiembre. Allí, una casa de venta de empanadas sufría la rotura de su puerta y el robo de la reja y el cambio que permanecía en la caja. Lo mismo ocurría, y por la noche, con una boutique a pocos metros de la pizzería, ambos ubicados a una cuadra de la plaza 12 de Octubre. Un tiempo antes, los dueños de una tienda de ropa ubicada en la esquina de San Martín y Pedro Lagrave habían decidido cerrar el comercio debido a los varios robos que sufrieron en su corto tiempo de vida. Otra víctima fue un kiosco ubicado al lado de dicha boutique, que en menos de 10 días, sufrió dos ataques por la noche, poniendo en duda la continuidad del comercio, con apenas pocos meses en funcionamiento.
Una casa de cortinados sobre Independencia e Ituzaingó, y una casa de depilación sobre Lorenzo López, también se rindieron ante aquellos que con su impunidad presumen ser los dueños de la noche.
Esta semana fue el turno de otros tres negocios ubicados a metros de la plaza central. La mencionada agencia de trabajo sobre Vergani y Bolívar y una panadería que últimamente ha recibido constantes “visitas no gratas” por la noche, fueron protagonistas en las páginas de policiales, ya que en la última, los ladrones fueron aprehendidos. Pero fue en la noche del viernes, que un café situado frente al palacio municipal, sufrió la rotura de uno de sus vidrios. La cuenta de los costos de los destrozos es larga, la lista de los negocios atacados también, pero por el contrario, la paciencia de los comerciantes lentamente comienza a desaparecer.