por Celeste Lafourcade [email protected]
Sus nombres, siempre amigables, parecen gastarnos una broma. Poco y nada tienen de “rápido” y “fácil” las bocas de cobro de impuestos que funcionan en el centro de Pilar. Sistemas que se caen, cajas que no funcionan y esperas interminables capaces de alterar a un monje budista nos recuerdan, como si no fuera suficiente con solo pensar en el dinero que se va en las facturas, que para pagar hay que sufrir.
Cinco días después del fatídico 10 de cada mes cuando la tregua de los vencimientos llega a su fin, las colas en las sucursales que brindan estos servicios siguen igual de abultadas.
El frío polar que llegó esta semana le agregó un condimento extra a las esperas, calvo de cultivo eterno del malhumor social.
Las situaciones más engorrosas son las que se presentan en las bocas de cobro de Provincia Pagos, muy escasas en relación a la población local.
En el centro de Pilar funcionan solo tres lugares habilitados para el cobro de las facturas emitidas por
Por una parte, las oficinas administrativas de
Resignación
En busca de un refugio para el frío, aunque eso implique estar al borde del hacinamiento, Irma Carrera llega a las oficinas de SCIPA con un puñado de boletas para pagar. En diálogo con El Diario, más resignada que enojada, afirma: “cada vez hay más gente y menos lugares para pagar, encima el banco ya no te cobra”.
La mujer, vecina de Villa Verde, se refiere al Banco Provincia que desde hace algún tiempo solo le cobra los impuestos a sus clientes. El resto es invitado a acercarse a las sucursales de Provincia Pagos.
La capacidad de recepción de dinero diario es uno de los límites que pone trabas al funcionamiento de las sucursales de cobro. Cada servicio –Provincia Pagos, Rapi-Pago o Pago Fácil- tienen sus propios criterios al respecto.
Calculadora en mano, la responsable de la oficina de Provincia Pagos de Torres del Sol suma facturas y saca cuentas. “Hasta acá (marca una línea invisible con la mano) podemos cobrar, el resto no”, afirma y para ahorrar pérdidas de tiempo explica que “estamos al borde de alcanzar la capacidad y no queremos que hagan la cola y que después no lleguen a pagar”.
A esta limitación se le suman periódicamente fallas en el sistema que dejan fuera de funcionamiento a las bocas de cobro. Sin ir más lejos, la situación se presentó la semana pasada cuando una falla dejó fuera de funcionamiento por días enteros a dos de las sucursales generando colapso en el resto.
Entre quejas y resoplidos, José –que al menos es uno de los pocos privilegiados que consiguió sentarse en SCIPA- repite: “es increíble hay dos cajas cerradas y encima una es para los socios, todos los meses el mismo problema para pagar”.
En coincidencia, Rosa Vázquez se suma a las quejas: “soy de Villa Rosa y allá hay muy pocos lugares para pagar y se saturan enseguida”.
Baja rentabilidad
Aunque con mayor cantidad de sucursales –hay alrededor de 10 en el centro de Pilar- las oficinas de Pago Fácil o Rapi Pago, también sufren la saturación los días de actividad pico de cada mes.
No obstante, “después del 10 cae muchísimo, se nota que la gente apenas cobra paga todo junto porque no sabe después si le va a alcanzar la plata”, afirma Claudia, propietaria de la oficina de Pago Fácil ubicada en Lorenzo López entre Ituzaingó y Rivadavia. Según la comerciante, se llegan a realizar “hasta 700 operaciones por día”.
De todos modos, la concesión del servicio está lejos de significar un gran negocio. “La comisión se paga por operaciones y cada factura nos deja entre 50 y 65 centavos”, explicó Claudia.
En el mismo sentido, Daniel Castro, presidente de Scipa, agregó: “los comerciantes reciben como máximo 80 centavos por boleta ¿cuántas operaciones hay que hacer para llegar a pagar el sueldo de un empleado?”
Para Castro, aumentar la comisión por boleta sería una buena medida para que se abrieran más bocas de cobro. Hasta tanto no suceda “recomendamos a la gente no esperar a la fecha de vencimiento”.
“La población y la actividad económica de Pilar han ido creciendo, habría que reforzar estos servicios”, recomendó. Respecto a Provincia Pagos: “a SCIPA abrir otra boca no le es rentable, pero cualquier comerciante puede hacerlo”. No obstante, aclaró que “tiene más requisitos que un Pago Fácil”.
50
A 80 centavos por factura le queda de ganancia a cada comerciante que ofrece el servicio de cobro rápido.
La inseguridad, el principal escollo
El poco dinero que le representa a un comerciante adherirse a alguno de los sistemas de cobro rápido sumado al alto riesgo que conlleva la actividad –siempre expuesta a robos- es lo que deriva en la baja cantidad de sucursales.
“Deberían pagar mejor por comprobante de modo que le permitan al comerciante invertir en seguridad”, sugiere Daniel Castro, presidente de SCIPA.
La dinámica de las oficinas de cobro rápido son más o menos similares: abren, se saturan y se van con la misma celeridad con la que llegaron. En el medio, hechos delictivos suelen apurar la decisión. Tal fue el caso de una oficina de Rapi Pagos de la calle Ituzaingó que se vio obligada a cerrar las puertas tras ser asaltados en varias oportunidades.
“En SCIPA tenemos cajas de seguridad con seguimiento satelital donde depositamos el dinero”, explicó Castro, en tanto que a los comerciantes que ofrecen el servicio de Pago Fácil se les otorga un buzón cuya llave está en manos del camión recaudador donde varias veces al día se deposita la recaudación.