Hombres y Mujeres de 2013: El arte de sanar

Médica emergentóloga, encabezó los trabajos de reanimación que le salvaron la vida al joven Alan Muñoz, que estuvo más de 40 minutos sin vida producto de una muerte súbita. Una charla sobre la vida, la muerte y los milagros. 

22 de diciembre de 2013 - 00:00

 


por Celeste Lafourcade [email protected]

“Siguen pasando pacientes pero esas cosas no se olvidan”, reflexiona Rosana Beláustegui, médica emergentóloga y jefa del equipo de guardia que el 13 de marzo pasado recibió al joven Alan Muñoz con un hilo de vida en el hospital Sanguinetti de Pilar. 
Fue su conjugación precisa de profesionalismo y tenacidad la que logró revertir el fatídico cuadro. Producto de una muerte súbita, el adolescente de 17 años permaneció cerca de 40 minutos sin vida hasta que los intensos trabajos de reanimación dieron resultado. 
Hoy Alan sigue viendo los partidos de Boca en su casa del barrio El Bosque y Beláustegui, en una charla con El Diario, medita sobre la vida, la muerte y la existencia de los milagros. 

-¿Cómo está Alan hoy?
- Hace unos días fue el cumpleaños, siempre tenemos alguna noticia. El doctor Lorda (Sergio, director del Hospital Sanguinetti) siempre está en contacto con la familia. Ha vuelto al hospital para controlar el aparato que se le ha implantado. Por suerte no por nada parecido a lo que le sucedió. 

-¿Cómo recuerda el momento en el que llegó a la guardia?
- Lo recuerdo no con angustia sino con esfuerzo. No solo es lo que sucede en el shock room, después cuando revierte pasa a terapia intensiva y sigue el esfuerzo para mantenerlo, ver cómo evoluciona, detectar cuál fue el cuadro. Lo recuerdo como un momento en el que todos pusimos todo, pensando “tiene que salir”. Se dieron las cosas bien, es un chico joven, lo trajeron rápido… de última la vida es una cadena de casualidades y circunstancias, y así fue con él. 

-Los médicos suelen ser reacios a hablar de “milagros” ¿Cree en ellos?
- Hay cosas que a veces uno no puede explicar. Me parece que no está mal llamarlas milagros. Las cosas que suceden de un modo que no sería el esperable. 

Al límite
Oriunda de Escobar y madre de un hijo, 25 de sus 54 años transcurrieron en la “trinchera”. Su especialidad, la emergentología, transcurre entre guardias, apuros, urgencias y horas críticas. 
“Uno le entrega la vida a esto y a veces pasa a un plano más preponderante que la propia familia”, reconoce y se apura a aclarar que “más allá de que sufras algún bajón anímico, lo volvés a elegir”.
-¿Hay autorreproches?
- No, lo veo en mí y en la gente que me rodea. Todos volveríamos a elegir la medicina y esa lucha de todos los días. 

-¿Hasta qué punto se involucra un médico con lo que le pasa al paciente?
- Por ahí sos más fuerte que los demás en ese momento. Pero cuando todo termina tenemos la misma sensibilidad. Uno piensa en su hijo, en su familia, si le hubiese tocado a uno. La medicina te curte y te hace tomar determinaciones frente a cosas que para el resto de las personas no son de todos los días, pero no quiere decir que no te lleguen al corazón. 
-¿Con tan alto riesgo los resultados positivos son más gratificantes?
- Por suerte tenemos más gratificaciones que los malos momentos. Ver una persona que está mejor, que va superando lo que le sucede, es reconfortante. 

-¿El contacto con situaciones límite relativiza los problemas cotidianos?
- No, a veces uno dice estos son problemas verdaderos pero a los cinco minutos uno se olvida y vuelve a preocuparse por cosas cotidianas. Debería ser una enseñanza y no la aprendemos. 

-¿Cambia la visión de la propia muerte?
- No es que cambie, te da la certeza de que existe como existe la vida. Nadie está preparado del todo para ese momento. Pero sin duda te hace reflexionar más frecuentemente acerca de ella. 


El milagro de Alan
El 13 de marzo pasado, Alan Muñoz jugaba un partido de futbol el barrio El Bosque cuando cayó sin reacción. La rápida respuesta de sus amigos, que le practicaron respiración boca a boca hasta que acudió la ambulancia fue determinante, al igual que el trabajo de los médicos en el hospital Sanguinetti donde el joven ingresó sin signos vitales. 
El diagnóstico: una taquicardia ventricular que le produjo una fibrilación ventricular. Un mes y seis días pasaron hasta que volvió a su casa, terapia intensiva y una operación mediante. 
Como parte del tratamiento, se le implantó debajo de la piel un cardiodesfibrilador automático implantable (CPI) conectado al corazón que controla si se producen alteraciones del ritmo cardíaco, en cuyo caso las trata de forma automática. 

-¿Lo de Alan fue un milagro?
- No lo sé decir pero podría ser. Como estadísticamente en esos casos no es frecuente la sobrevida, uno podría llamarlo así. Se sale de la norma, podríamos llamarlo como un milagro, algo poco común.
-El milagro puede entenderse también como una obra Divina.
- Creo en Dios y creo que se conjugan un montón de circunstancias, que justo estaba con gente, que lo trajeron rápido. En definitiva el milagro es una coincidencia de cosas que algo hace que se produzcan juntas en el tiempo a favor de un resultado. Si a lo mejor alguno de esos elementos se hubiese modificado podría haber tenido otro final. Por suerte está vivo y si algo pudiera decirle es que cuide su vida, que es un bien precioso. 
 
Seguí leyendo

Dejá tu comentario

Te Puede Interesar