Los daños desconocidos que provocan las colillas de cigarrillo

Pueden contaminar 50 litros de agua. Adornan las veredas de Pilar por los malos hábitos de los fumadores. Salud Ambiental del Municipio reforzará las acciones de concientización. Para pensar y repensar.

25 de noviembre de 2012 - 00:00

Son poco perceptibles ante la mirada distraída del peatón. Incluso quienes las abandonan lo hacen sin pensar en sus consecuencias, con un movimiento que ya no registran. Pero lo cierto es que conviven entre nosotros en las ciudades, y aunque no forman parte de las filas, oscilan en las paradas de colectivos de Pilar. Con tan solo 2,5 centímetros de largo, las colillas de cigarrillos ocasionan graves daños en el organismo, no solo de los fumadores.

 

Para tomar conciencia

Una colilla de cigarrillo puede causar problemas irremediables. Desde el inicio de un incendio forestal, hasta la contaminación del medio ambiente en plazas donde juegan chicos. Para ponerlos en números, la simple exposición de este diminuto material que filtra sustancias tóxicas durante la pitada, puede contaminar hasta 50 litros de agua dulce. Su material tarda en degradarse entre 6 meses y 10 años, siendo un enemigo para quienes han comprendido de sus peligros.

Al ser pisados, liberan en la atmósfera parte de las sustancias tóxicas volátiles, que llega en primera instancia a los niños, por su corta estatura.

A su vez, amenazan a animales salvajes, terrestres y marinos, que suelen confundirlas con comida, provocándoles su muerte. Este dato no es menor si se insiste en el problema con los niños: “Llegan chicos a las guardias de los hospitales  que deben quedar internados”, mencionó la especialista en toxicología ambiental del Municipio, Maricarmen Luna Pinto, quien destacó que puede generar la muerte de los más chicos. “Los chicos comienzan a alucinar. Está todo lo que al fumador no le llegó, y hay sustancias que llegarán rápido al corazón”, explicó.

Son estos los casos más trascendentes. Se trata de padres fumadores que dejan este residuo en el cenicero, pero al alcance de los chicos y los animales domésticos.

 

En campaña

Un grupo de estudiantes de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, se han embarcado en una campaña para compartir los riesgos de la colilla suelta en la vía pública. La llamaron “Chiquita, pero peligrosa”. El último sábado 17, el grupo se dispersó por la ciudad de Buenos Aires para juntar las colillas sueltas y para concientizar sobre el problema que está detrás de su campaña. “Nos pusimos a pensar del por qué la gente lo tira en la calle y no es capaz de ir a un tacho y tirarlo”, explicó Ignacio Escudero, miembro del grupo.

Aunque la problemática ha sido poco difundida, se han realizado acciones para contrarrestar el daño que ocasionan, es por eso que algunos cestos de basura poseen una pequeña chapa para que los cigarrillos sean apagados correctamente para luego tener como destino el interior de un tacho y no la vía pública.

En Pilar, la mayoría de ellos se encuentra en las plazas, aunque por ejemplo, en la del centro de Pilar, las colillas abundan alrededor de los cestos, algo que solo se entiende desde la falta del hábito de depositar los filtros en dichos contenedores.

 

 

 

 

En números
50 litros de agua contamina una colilla, el equivalente de 25 botellas de 2 litros de agua mineral. El 20% de la población argentina fuma un promedio de 15 cigarrillos por día. Los resultados: a la vista, bajo tu suela.

 

 

Curso
Contra los pequeños residuos

La Secretaría de Salud Ambiental, a cargo del doctor Jorge Del Río, brindó el Curso de Entornos Saludables en la escuela durante varias semanas en el Concejo Deliberante de Pilar. En uno de esos encuentros se habló del tabaquismo, apuntando a los lugares libres de humo. Esta acción está cada vez más insertada en la sociedad, pero sin recipientes no se puede romper la barrera de la indiferencia. “El Programa Municipal de Control de Tabaco va a comenzar a certificar a los comercios y lugares libres de humo, a quienes se les dará la cartelería correspondiente, pero también cestos”, resaltó Luna Pinto, haciendo hincapié en que muchas veces esos espacios carecen de un lugar dónde arrojar las colillas. “Muchos salen a fumar a la vereda y terminan tirando las colillas en el suelo porque no hay lugar donde arrojarlas”, explicó la especialista a El Diario.

 

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