René Pérez, desde hace 30 años, musicaliza los momentos más importantes de muchos pilarenses.
Desde aquellos días en los que el tímido solucionaba sus problemas para “cabecear” a las chicas tomando el rol del que pasaba la música en los asaltos, la función del DJ (leer “diyei”, ya que decir disc jockey está totalmente out desde hace años) es hoy la de un maestro de ceremonias entrenado para mantener bien arriba cualquier evento, fiesta o boliche. De igual manera, los operadores de radio son hoy verdaderos magos del sonido, sostenes sin voz de la programación de una emisora. En todos los casos son los que se ganan la vida musicalizando la de los demás.
Considerado uno de los próceres de los DJ locales, René Pérez se ocupa en la actualidad de los eventos en una visión más amplia, pensando en su ambientación e iluminación. El hombre recuerda que comenzó “hace 30 años, cuando tenía 17, en los típicos asaltos. Yo llevaba un combinado y la música se iba enganchando, en singles, no los discos grandes. Pero no pasaba en cassette, sólo en vinilo, y la iluminación la hacíamos con latas de aceite, con una lamparita y acetato (un celofán de colores), era una linda época”.
Tiempos además, de los que recuerda “haber visto en Sirrosis a Los Abuelos de la Nada y a Viudas e Hijas de Roque Enroll”.
Sin presumir, René asegura que “tengo vinilos que no se consiguen más. Inclusive, a veces paso música en la bandeja, a la gente le gusta, se acerca y me lo dice. También me agradecen cuando paso algún tema viejo, aquel que les gustaba cuando eran más jóvenes”.
La carrera de René empezó cuando, luego de pasar música en asaltos, una amiga le pidió que lo hiciera en una fiesta. “Así fue como me equipé de mejor manera, de a poco me fui armando con bandejas y un mueble. Ahora es mucho más fácil, todo es digital: Llevo la música en cuatro pendrives, cuando antes necesitaba baúles de 50 o 60 kilos cada uno”. Por otra parte, señala que siempre “trato de pasar la versión original de un tema, sin remixar, salvo algunos nuevos. Pero las canciones de hace años no las toco”.
De todas maneras, asegura que “manejar la tecnología no es lo mismo que manejar la música en un evento, hay que saber ‘leer’ qué quiere la gente a cada momento. El error es poner la música que le gusta a uno, y no a la gente. Por eso, siempre hay una charla previa con el cliente, aunque a veces él termina sorprendido porque los invitados prefirieron otra cosa”.
René agrega que “como DJ de boliches, estuve mucho tiempo en Baco (de Los Cardales), y en una época dí una mano en Casapueblo, pero no es lo que más me gusta”. Además, reconoce que en algunas fiestas “uno ya no sabe qué más poner para que la gente baile, pero en general eso no sucede. La lista de temas se va a ajustando a medida que avanza la noche, en una fiesta es muy importante la música, tiene que salir perfecto”.
Arriba
Cada sábado, Juan Manuel Morales le pone música a la noche del bar DIII, y a los 22 años es uno de los DJ de la nueva generación. “Siempre me gustó la música –afirma- y seguía a He-Man (Pablo Sánchez), un DJ muy conocido que en un momento estuvo en la matiné de Cuernavaca. Por mi cuenta empecé a hacer trabajos privados, con dos minicomponentes, fui hablando con conocidos y de a poco me fui metiendo en un local de eventos. Luego trabajé como iluminador en DIII, hasta llegar adonde estoy ahora”.
Enemigo de la rutina, Juan Manuel comenta que “a veces empiezo con electrónica, otras con un poco de rock, para que no sea siempre lo mismo. Voy jugando con la música toda la noche, trato de que la gente esté bien arriba en todo momento. DIII no se identifica sólo por un estilo de música, y yo intento que la gente se vaya a su casa contenta”.
Además, por más que un par de años atrás una publicidad haya resucitado a los lentos, el joven DJ no quiere saber nada: “Hoy en día la gente sale a eso de las 2, para divertirse y estar toda la noche allá arriba, con el lento sienten que los estás echando...”.
Superhéroe
A esta altura, decir Sergio “Súper” González es decir FM Plaza. Es que “Súper” es operador de la emisora desde hace 21 años, apenas uno menos de los que la radio tiene de existencia.
“En 1989 me tomaron una prueba los dueños de ese entonces, Guillermo Dolera y sus hijos Eugenio y Damián, y quedé. Me acuerdo que el primer vinilo que pasé al aire fue uno de Don Jonson... Al año y medio, Eugenio trajo desde EEUU dos reproductores de CD, y así pasamos del disco al compact disc”, comenta.
Además, agrega que en esos años iniciales “los separadores y las publicidades se pasaban en un cassette, mientras se ponía el disco de fondo. La tecnología me fue dando una mano con los años; cuando llegó el sistema digital, ya se fue dejando de lado el trabajo artesanal que uno hacía. Ahora se trabaja con sonidos y efectos”.
Conocedor del gusto de los oyentes, “Súper” explica que Pilar “es como una torta con diferentes porciones: está el que le gusta rock nacional, el seguidor de los ’80, el latino, etc. Hay que ir jugando con la música para no dejar a nadie afuera”.
Por otra parte, el trabajo del operador obliga a estar atento a lo que se dice y hace en el programa: “Según el caso se usan más o menos efectos, o bien canciones que hablen de lo que se está diciendo. Es mejor cuando mi trabajo no está guionado, a veces si uno planifica mucho después no lo cumple, porque en un programa pasan cosas que no estaban pensadas de antemano”. Y confiesa: “Soy muy exigente, si me queda un bache de dos segundos, me arruina la mañana”.
Juan Manuel Morales, DJ de DIII, donde dice, “se escucha de todo”.
Súper González, operador de FM Plaza desde hace 21 años.
Separadores
René Pérez (eventos)
Lo más pedido por la gente: me piden mucha música de los ’80.
Lo que no se puede hacer: antes la gente abucheaba si saltaba la púa de la bandeja. Algo fuera de moda es pasar el tema entero, hay que cambiarlo antes.
Juan Manuel Morales (boliche)
Lo que no puede faltar: el reggaetón, es lo más escuchado.
Lo que no se puede hacer: pasar lentos, me tirarían con una botella...
“Súper” González (FM Plaza 92.1)
Lo que más piden: la música de los ’80 y el rock clásico, como Beatles o Creedence.
Lo que no se puede hacer: dejar “en banda” al conductor. Hay que respetar siempre a la persona que uno tiene enfrente, y por supuesto al oyente.