En la foto, chicos de jardín en la sala de computación.
por Alejandro Lafourcade
Históricamente apartada de las grandes decisiones estatales, la localidad de Zelaya es uno de esos lugares que –como Manzanares o Matheu- parecen haberse detenido en el tiempo, habitados por gente que, quizás con razón, suele ser escéptica ante los emprendimientos que allí surgen. Sin embargo, una institución está logrando unir a los vecinos y entusiasmarlos con múltiples actividades: la Sociedad de Fomento (SOFO), convertida en un centro cultural que crece a pura voluntad.
El lugar funciona donde antes estuvo la escuela de oficios municipal, entidad que nació con la gestión de Humberto Zúccaro pero que se disolvió hace unos años. En 2008, un grupo de vecinos logró la cesión del predio por 99 años para reconvertir el espacio en un sitio para la enseñanza de múltiples actividades.
“Hace dos años que formamos parte de la Comisión en forma directa, antes ayudábamos desde afuera”, comentó a El Diario Luciana Migueiz, actual presidenta de la institución. “Con nuestra familia nos involucramos más. Para que un lugar funcione, hay que estar ahí”. Migueiz remarcó la intención de “generar conciencia social y espíritu de compartir. En Zelaya no había nada para los adolescentes, algún centro cultural o de entretenimientos para la gente joven”.
Algo similar opina Lidia Montán, otra integrante de la Sociedad de Fomento: “Al principio llegaba mucha gente grande, sobre todo mujeres. Se engancharon con computación, notaron que la PC era necesaria, pero luego se empezaron a contagiar los más jóvenes y los chicos, como en el curso de dibujo”.
La mujer agregó que “los adolescentes se sumaron a las clases de boxeo, con el profesor Manuel Ortiz, quien fue boxeador y es muy carismático, los aconseja y los estimula. Es un espacio para volcar la energía, que está en crecimiento, es cada vez mayor”.
Por su parte, Luciana reconoce que en un principio “había desconfianza, por las experiencias de aquellas cosas que se hacen con intencionalidad política, pero somos vecinos de Zelaya de toda la vida, y eso hace que te apoyen de otra manera”.
Paulatinamente, los interesados en dar clases se fueron sumando: así llegó Gustavo con su curso de guitarra, luego Paola y Caro, quienes están por abrir su tercer curso de computación. También Sebastián, percusionista del IUNA, y Franco, ilustrador profesional vecino de Zelaya, quien no había pensado nunca en dar clases y hoy está por abrir el tercer curso de dibujo. Como el caso de Graciela, vecina que fue a averiguar por los cursos y terminó dando clases de cestería, o el de Nancy, que en un principio llegaba desde Los Cardales por una alumna.
“Cuando se cerró la escuela de oficios, la Municipalidad nos dejó abrir este espacio y nos costó volver a levantar el lugar para reconvertirlo en un centro cultural. Todo aquel que quiera enseñar algo, tiene las puertas abiertas”, expresó Montán.
Conocedora de su sociedad, la mujer opina que Zelaya “es una comunidad muy simple, de gente muy de su casa. Es como que le diera miedo salir o comprometerse, pero es porque siempre se sintió muy abandonada. Zelaya está lejos de todo, para ir a Pilar hay que tomar un colectivo que pasa cada 40 minutos… Es gente que no hace muchas cosas, el Estado nunca le dio mucha bolilla porque es una población muy pequeña, siempre se relacionó más con Escobar que con Pilar”. Y agrega: “Hicimos una apuesta, la gente se está animando y eso es bueno”.
De todo un poco
En la Sociedad de Fomento de Zelaya se dictan numerosos cursos, entre ellos dibujo, computación, gimnasia, boxeo, porcelana fría, cestería, pintura, percusión y guitarra. Además, en breve se abrirían cursos de talabartería, encuadernación, circo y telas.
“Queremos generar compromiso en la comunidad, con un sistema de autogestión, Por eso para ser socio se cobra una cuota muy pequeña, prácticamente no hay recursos”, explicó Luciana Migueiz.
La institución tiene alrededor de 50 alumnos, según su presidenta “un muy buen número, teniendo en cuenta que el año pasado casi no había gente. Pero para que esto se mantenga hay que seguir trabajando”.
Asimismo, se está organizando para el mes de octubre una muestra cultural y un show de tango, con una pareja de baile y cantantes jóvenes. “También estamos intentando reflotar la biblioteca y poder dar clases de apoyo escolar”, completa Migueiz, con la idea de “incentivar al estudio y las diferentes vocaciones”.