Más de un centenar de chicos son buscados actualmente por Missing Children.
Más de un centenar de chicos son buscados actualmente por Missing Children.
por Alejandro Benedetti
“Mi viejo siempre se la agarraba conmigo por cualquier cosa. Estaba cansado de que me pegue y me fui de casa”, relatóCachito a El Diario mientras esperaba en un destacamento policial del distrito de Pilar que algún familiar lo pase a retirar.
Apenas 13 años, y no dudó en escapar tras recibir una feroz paliza de su padrastro. Pasaron cinco horas y nadie viene, los uniformados lo miran mientras duerme de costado en una silla. Finalmente aparece una abuela que lo reta y después se lo lleva.
El de él es uno de los varios casos registrados por las siete comisarías y diez destacamentos policiales del Partido. En consecuencias, estadísticas de la fuerza estiman entre unas 15 y 20 fugas de hogar por mes. Y lo más grave es que de ellas un 10 por ciento de los chicos no retornan jamás perdiéndose todo rastro. Muchos de los que jamás volverán a ser vistos abordan un tren, llegan a la Capital y, generalmente, caen en organizaciones mafiosas que les dan comida y techo a cambio de mendigar en muy determinadas esquinas. Otros terminan en la promiscuidad nocturna de las estaciones de trenes, y el resto literalmente desaparece en manos de quienes operan con la trata de chicos en el interior del país. Y en esto no hay diferencia de sexos.
Según Missing Children desde enero de 2000 hasta el 31 de diciembre pasado, hubo un total de 5.558 chicas y chicos desaparecidos en todo el país. Además, de todos esos casos, sólo el 70 por ciento fueron denunciados en la provincia de Buenos Aires y el otro 30, en el resto de las provincias. Por eso, experimentados policía sugieren, “lo más importante es difundir las imágenes de ellos por los mayores canales posibles».
Las chicas, primeras
Aunque resulte extraño, las adolescentes llevan la delantera con el 60 por ciento con respecto a los varones. De acuerdo a evaluaciones policiales, la edad oscila entre los 13 y 16 años. Plena etapa del desarrollo sexual; motivo clave para el 90 por ciento que se fuga. “En la secundaria se ponen de novias, los padres no lo saben y cuando se enteran las retan y hasta les pegan. Ellas siguen la relación y un día le prohíben ver al chico, entonces decide irse a lo de algún familiar lejano con tal de seguir viendo al novio”, explicó a este medio un alto jefe policial del distrito. Luego, en menor porcentaje, están los casos de embarazo: con 13 o 14 años lo ocultan porque no hay buena comunicación con la madre, se “encintan” para disimular el crecimiento del hijo y cuando el padre se entera ocurre la clásica pelea con su esposa y después con la adolescente. En el 50 por ciento de los casos se apela a un tema tabú; el aborto. Pero en el mismo porcentaje las chicas se niegan y optan por irse de la vivienda de cara a esa salida ilegal. No obstante, tanto en el primero como en el segundo ejemplo, casi siempre, estas desapariciones no superan los siete días. Generalmente se hace la denuncia policial, y hay una espera prudencial de 48 horas antes que los oficiales comiencen la búsqueda. La reflexión paterna y el temor a que le suceda “algo peor por ahí”, definen el retorno por acuerdo mutuo.
Violencia
Otro detonante que determina alejarse del núcleo familiar es la búsqueda de la identidad, propio de la adolescencia, y por situaciones violentas reiteradas hacia ellos de sus padres. Graficado en números el 40 por ciento, comprendido entre los 13 y 17 años, tuvo como causante una «crisis de identidad», es decir, «discutir mucho con sus padres, creer que lo pueden todo y solos». Al respecto valen los ejemplos de los que, a disgusto de sus progenitores, quieren aplicarse piercings, teñirse el cabello, tatuarse y buscar un sector de “pertenencia” con sus pares. Las bajas notas escolares y la agresión verbal en la familia degeneran en un escenario violento donde hasta se radican denuncias por ‘lesiones’ asumidas por jueces de Menores. Estimaciones oficiales coinciden en que los chicos se van de la casa luego de sufrir los golpes del padre y el cuadro se completa cuando se suma la madre en la intolerancia hacia él y abandona el rol de “contención”.
Abuso sexual
Ante el flagelo del abuso sexual, las chicas son quienes más frecuentemente resuelven irse de su vivienda con el 60 por ciento de los casos. Para colmo, en los registros policiales estas víctimas son más chicas que las que se van por otros motivos; ya que son atacadas al poco tiempo de desarrollar completamente su sexualidad. E inclusive el tema es tan complejo que el 40 por ciento restante cae en la inacción inducida por el temor a la represalia de su familiar abusador, y tampoco se descarta que su madre niegue el suceso o que, además, lo encubra. El retorno a la casa de las abusadas oscila escasamente entre el 10 y 20 por ciento, mientras que el 80 restante opta por iniciar una relación afectiva con un joven que “la proteja y ayude a desaparecer”.
Los peligros del chat
En los últimos tiempos, el secuestro de chicas con fines de explotación sexual a través del uso del chat “es una realidad, aunque aún no se sabe si va en aumento o si es una tendencia nueva insertada en la clase media y algo de la alta”, señala una fuente del Ministerio de Seguridad bonaerense.
En Pilar hay un ejemplo de un caso reciente, muy resguardado, de una joven de 16 años que tras alejarse por unos días de su hogar, para encontrarse con el hombre con quien chateaba habitualmente, llamó días después desde Misiones, primero diciendo que volvería pronto; luego, pidiendo ayuda, aunque hasta ahora no pudo ser rastreada. “No decimos que los adolescentes no deben chatear, pero si lo hacen deben tomar conciencia y ser responsables de las consecuencias que provoca la divulgación de información privada ante alguien al que ni le conocemos la cara, o que si la vemos, puede ser falsa”, alertó un comisario pilarense.
7
de cada 10 desapariciones se dan en la provincia de Buenos Aires.