Adiós a las rejas: la iglesia volvió a abrir las puertas

La parroquia Nuestra Señora del Pilar volvió a abrir las puertas fuera del horario de misa. Los feligreses dieron la bienvenida a la decisión aunque reconocen que deberían tomarse medidas para reforzar la seguridad.

7 de marzo de 2010 - 00:00

Hace tres años, la medida había sido tomada tras una serie de robos y actos de vandalismo.

  

 

El tema generó una polémica que amenazó, incluso, con romper las buenas relaciones entre el Municipio y el clero local. Críticas a viva voz por parte del intendente, quejas por lo bajo en boca de los fieles, lo cierto es que la decisión de mantener cerrada la parroquia Nuestra Señora del Pilar, tomada años atrás por el padre José Ramón de la Villa sumó más detractores que defensores. Una semana después del relevo del sacerdote, la iglesia céntrica volvió a abrir sus puertas.

El reloj marca que falta una hora para el mediodía y siete personas acomodadas en los bancos rezan en la parroquia de Pilar: una imagen que desde hace más de tres años no se repetía y que los feligreses celebran.

El pasado 28 de febrero, y después de 30 años, el cura párroco De la Villa –mentor y defensor a ultranza de la medida- dejó la iglesia en manos del sacerdote Jorge Ritacco. Y el cambio de conducción de la iglesia Nuestra Señora del Pilar tuvo su primera consecuencia visible con la apertura de las rejas que impedían el acceso al templo fuera del horario de misa.

“Si en un momento difícil no se puede entrar a la iglesia a pedir, uno se siente más excluido, más solo”, explicó Lourdes, después de orar en la parroquia con su pequeña hija, una costumbre que retomó en los últimos días a partir de la decisión que considera “muy positiva”. “A veces –agregó- uno necesita entrar a rezar y desde afuera no es lo mismo”, y las palabras aparecen de forma similar en cada una de las personas que, como Lourdes, eligen rezar sus plegarias dentro del templo. Tal es el caso de María, que se definió como una “habitué” de la parroquia, para quien “es un horror ver gente colgada de la reja rezando. Algo que me desagrada totalmente es ver una iglesia cerrada”.

Para muchos, la imposibilidad de ingresar al templo y elevar las plegarias en el ámbito más sagrado es un factor que contribuye a alejar a los fieles de la iglesia católica. “Ya de por sí la iglesia es cerrada y estas cosas alejan a la gente”, opinó Miriam, acompañada por su marido y su hija, mientras añadió que “nosotros somos de San Alejo y aprovechamos cuando venimos a hacer las compras al centro para entrar y rezar”.

 

Fuerza mayor

Desacertada o no, la colocación de rejas en la puerta y en el atrio de la parroquia céntrica siempre tuvo una justificación concreta. Mientras el intendente Humberto Zúccaro criticaba abiertamente la decisión, De la Villa se esmeraba en aclarar que no se trataba de un capricho circunstancial sino de una medida de fuerza mayor.

Impermeable a los cuestionamientos, el sacerdote defendió hasta último momento su posición. Fuerte en sus convicciones, afirmaba en una charla con El Diario días antes de su retiro que “el cierre de la iglesia fue cuestionado por el intendente pero nadie piensa ni percibió lo que pasó acá”.

Es que en los últimos años el templo fue blanco de repetidos robos y excesos, al punto que no era infrecuente para los encargados de la limpieza encontrarse con preservativos y excrementos dentro del lugar. El último episodio que determinó el cierre del edificio fue el robo de la sacristía, de donde fueron sustraídos el cáliz y el Santísimo.

Es por esto que, pese al disgusto que supone encontrar las puertas cerradas del lugar de encuentro con Dios por excelencia, los feligreses reconocieron los fundamentos de la medida. “Está bien que se abra pero pienso que hubo una razón verdadera por la cual se cerró”, afirmó Marta.

Y en el mismo sentido, Gustavo, agregó que “muchas iglesias de Capital tienen rejas. Es una pena que un monumento histórico no pueda estar abierto pero desgraciadamente falta educación”.

A la hora de buscarle soluciones a la situación, la opinión de los devotos también fue concordante, y la colocación de personal de seguridad fue la respuesta unánime.

“Tendría que tener más respaldo del Municipio, que la protejan, que la cuiden. Son tiempos difíciles y tendrían que poner a alguien para vigilarla”, consideró Lourdes. Más contundente, Elsa manifestó que “el intendente paga tantos sueldos al divino botón que deberían poner una persona de vigilancia. Yo entiendo lo de las rejas porque en mi casa también tuve que ponerlas”.

 “Lamentablemente por la inseguridad se tuvo que cerrar, pero tendrían que poner a alguien que esté permanentemente porque no puede ser que no podamos hacer nuestras oraciones”, acotó Juan Carlos. En tanto que María agregó: “si hay un desequilibrado que se mete a robar, entonces deberían poner un policía adentro, como hay en la iglesia de San Miguel”.

Desde el último lunes, la iglesia sólo permanece cerrada por la noche y en el horario de la siesta, aunque es de esperarse que la continuidad de la disposición esté sujeta a lo que suceda en días venideros.

 

 

Pasen y recen
La iglesia Nuestra Señora del Pilar se encuentra abierta todos los días, excepto en la noche y en el horario de la siesta. La Misa es celebrada de lunes a sábado a las 19 y los domingos a las 9, 11 y 19hs. Las confesiones se realizan los viernes de 17 a 19 y todos los días media hora antes de la Misa.

 

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