entrevista

“Las bibliotecas van camino a convertirse en museos”

Sonia Lembeye preside la Biblioteca “Popular Bartolomé Mitre”, lugar en el que pasó toda su vida. Defensora del valor de la lectura, le da la bienvenida a los libros electrónicos.

Por Redacción Pilar a Diario 28 de agosto de 2017 - 10:32

Por Alejandro Lafourcade

 

Casi todos sus recuerdos incluyen a la biblioteca: su mamá se ocupaba del lugar incluso antes de que ella naciera, por lo que más que una segunda casa es directamente un hogar paralelo.

Cuando era muy pequeña, Sonia Lembeye se tomó el contenido de un tintero y le salvaron la vida en el hospital local. Ahora, como presidenta de la Biblioteca Popular "Bartolomé Mitre”, maneja una entidad que en marzo cumplió 95 años y que ocupa un lugar en el corazón de los pilarenses.

"Nos criamos acá, mi mamá atendía, limpiaba, fichaba, asesoraba… Y todo sin teléfono, sin computadora, todo con su cabeza y los pocos libros que había”, comenta en referencia a la querida Edelma Burgueño, encargada del lugar por más de medio siglo.

 

-Viviendo enfrente, la biblioteca es más que una segunda casa.

-Acá crecimos con mi hermana (DidíLembeye), por eso más enamorada de la lectura no podría estar, me formé acá adentro. Cuando yo era chica Pilar también era chico, los lugares de salida eran la biblioteca, el Colegio Almafuerte, el Club Atlético y el Sportivo. Las horas en la biblioteca eran fundamentales. La formación de mucha gente de Pilar comenzó acá. El profesional genuino del pueblo pasó por esta sala, estudió con estos libros, a menos de que su familia los pudiera comprar. Además, varios matrimonios se armaron acá adentro.

 

-Entonces, las parejas no se formaban sólo en Cuernavaca o los carnavales...

-Acá también, y algunas todavía duran. La biblioteca ayudó para que estudiara muchísima gente, también ayudaron los buenos modales de mi mamá, y la gente que siempre tuvo a esta institución como sagrada. Debe ser porque la gente valora que leer abre la mente, la transparencia que mantuvo desde que se creó, y la generosidad de la gente que donaba sus libros para otros que no los podían comprar. Cuando abrió la biblioteca no existían las librerías en Pilar: era 1922, imaginemos lo que era el pueblo… los vecinos leían en la plaza, lo dicen las primeras actas.

 

-Los fundadores ni imaginaron que su creación perduraría 95 años.

-Esos chicos fueron iluminados, pudieron haberse juntado para otra cosa, pero eligieron esto. Aunque soy consciente de que las bibliotecas, tal como las conocemos hoy, van camino a convertirse en museos. No están en extinción, pero habrá una conversión, no sé cuánto falta para eso. No sé cuántos años más le queda al libro de papel. Yo misma leo libros electrónicos, hasta en la cola del banco. Nos acostumbraremos a lo que se venga: el socio puede venir con su libro electrónico y cargar títulos.

 

-¿No ves a las nuevas tecnologías como una competencia?

-Todo lo contrario, hay que ser muy chato de cerebro para rechazarlas. Lo que importa es que la gente lea, de lo contrario no vamos a salir adelante nunca. A la gente le digo que lea, que se lleve libros para los hijos o nietos. Si no, son esclavos del teléfono o la televisión. Tenemos tanto para los niños que armamos la biblioteca infantil "María Elena Walsh”, con libros hasta para bebés.

 

Recursos

En la actualidad, la biblioteca tiene más de 100 mil volúmenes y todo está informatizado. "Usamos un sistema internacional (Pérgamo), y la gente puede consultar los títulos a través del teléfono. Ha dado grandes pasos hacia la modernidad y hacia un andar ágil. Hoy a nadie le sobre el tiempo y menos la plata, porque los libros nuevos son carísimos”.

Cada año se compran entre 400 y 500 ejemplares en la Feria del Libro, más donaciones de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP) y particulares. "La bibliografía está muy actualizada, la gente que viene por primera vez se sorprende –asegura Lembeye-. Creen que tenemos libros viejos y no tienen la menor idea del valor de esta biblioteca en la zona norte. Es Categoría A según la CONABIP, por sistema operativo, volúmenes, personal especializado, horarios, superficie e instalaciones”.

 

-¿El flujo de público fue mermando con los años?

-La biblioteca fue adaptándose, brindando cursos gratuitos con profesores dispuestos a trabajar ad honorem. Los únicos temas que quedan puertas afuera son la política y la religión. Hoy en día, algunos organismos usan nuestras instalaciones, como un taller sobre violencia de género. Entre los lectores, hay gente que está acá literalmente las ocho horas que abrimos.

 

-¿Los adolescentes leen más de lo que se supone?

-Sí, y hay autores que se dieron cuenta. Uno es Felipe Pigna, que logró que los jóvenes lean sobre historia, hasta con historietas sobre los próceres. A los chicos les encanta. Hay hasta libros de Aristóteles para niños ¿Cómo no te vas a adaptar a eso, si hace que se enriquezca la mente?

 

-Luego de vivir siempre a pocos metros de la plaza céntrica, ¿cómo ves hoy a Pilar?

 

-Hemos recibido a mucha gente que no era de aquí, enhorabuena, pero es una lástima que los servicios no fueron adaptándose en forma paulatina para lograr que todos –los que ya estaban y los que llegaron- vivan bien. La electricidad está saturada, lo mismo el agua y las cloacas.

 

-Mientras tanto, la biblioteca resiste…

-Este tiene que ser un lugar amable y agradable, no podés estar con cara de perro. Al que traspasó la puerta, hay que captarlo para que lea, porque vas a tener un ciudadano más informado y más útil para él y los demás.

 

 


Los vecinos y el compromiso: "Ofrecés un cargo directivo y salen corriendo”

 

Hay un tema de desvela a Sonia Lembeye desde hace varios años: la captación de vecinos que quieran comprometerse con la Biblioteca "Bartolomé Mitre”.

"Los socios activos son pocos, siempre andamos en alrededor de 200, de los cuales 50 son de mi familia… El valor de la cuota es muy bajo, $50 mensuales para los adultos y $40para los chicos. Si comparamos cuánto salen los libros… Se necesita ayuda concreta, no alcanza con decirlo, hay que venir y ayudar”.

 

-¿Cómo marcha el proyecto para difundir la historia de las instituciones locales a través de la web de la biblioteca?

-Está frío, queremos que la gente entienda es que es algo muy valioso. Están convocadas todas las instituciones (clubes, escuelas, sociedades de fomento, empresas, etc.) para que cuenten su historia, porque luego eso se pierde. Mi tía Nené tenía una memoria prodigiosa y falleció el 23 de mayo. Nosotros vamos a escribir nuestra historia, pero en el resto no encontramos la repercusión que esperábamos, es una pena.

 

-¿Te preguntás qué pasará cuando ya no estén los Lembeye para ocuparse?

-En realidad no queremos estar más en las comisiones, pero la gente no se quiere sumar. Hay comodidad y no tiene que ser así, les ofrecés un cargo directivo y salen corriendo. Es un peligro, porque si un cargo no es ocupado por alguien decente, hay una cola de indecentes para ocuparlo… Tiene que haber responsabilidad del que venga, con voluntad para darse una vuelta de vez en cuando, ver lo que se necesita, pero es muy difícil. Lo mismo pasa en los clubes, por eso siempre están los mismos.

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