Por Aldo Beliera y Daniel Castro
El primero fue el de Pilar Viejo. Con el traslado del pueblo, funcionó detrás de la parroquia. En 1860 se mudó a la actual ubicación. Datos y curiosidades de nuestro camposanto.
Por Aldo Beliera y Daniel Castro
En la antigüedad, cuando fallecía un ser humano existían en los ritos funerarios distintos modos de sepultura. La Iglesia, desde la época del virreinato español, ha sido en nuestra región la que ha enseñado en la cultura cristiana la inhumación en un espacio destinado en cercanías de la parroquia.
Desde el Pilar Viejo, a orillas del Río Luján, a partir de la construcción de una capilla en el año 1730, tenemos los inicios del primer cementerio.
El historiador e investigador Aldo Beliera (uno de los autores de este artículo), en las “Primeras Jornadas de Historia de Pilar” del año 1990 y en su sitio pilarenlahistoria.blogspot.com.ar, transcribe las primeras actas parroquiales, una de ellas la del libro 1º de entierros, el cual se habilitó al convertirse en vice parroquia en el año 1750. Anterior a esos años las inhumaciones se registraban en los libros de la Parroquia de Luján.
Con la mudanza de los vecinos hacia el actual casco histórico del Pilar, con la colocación de la piedra fundamental en agosto del año 1821 para la erección del templo de Nuestra Señora del Pilar, se habilita un segundo camposanto construido detrás de la iglesia.
La edificación de los templos católicos en la época del virreinato seguía un diseño de algunas tradiciones arquitectónicas de la Iglesia Apostólica Romana, cuya línea de trabajo consistía en su eje Este/Oeste en la dirección del sol naciente. Se centra en la iluminación interior por el sol y en la dirección opuesta el cementerio.
La ubicación del actual cementerio del Pilar emplazado sobre la calle Lorenzo López y Estanislao Zeballos, tuvo una primera etapa en tierras de la iglesia que pasaron a la municipalidad, superficie luego ampliada con otras 3,10 hectáreas cedidas en donación por don Cipriano Ramón Vallier en el año 1982.
Mudanza
El 21 de septiembre de 1857, por aval del obispo y al mismo tiempo del Juez de Paz, opinan que hay que destruir el cementerio de la iglesia y trasladarlo a un terreno apropiado. Luego, una disposición del Juez de Paz D. Mateo José Piñero, resuelve no sepultar más cadáveres en el cementerio de la parroquia y trasladarlos al cementerio público.
Al margen de esta orden se sumó una intimación que recibió el cura de parte del municipio para no sepultar más cuerpos en el camposanto de la iglesia. Había también un reclamo económico por el atraso de los aranceles, en esa época, como ahora, nadie estaba exento de pagar impuestos, lo mismo hacía la iglesia con el diezmo y los derechos que los fieles debían abonar por misas, matrimonios, bautismos, defunciones y otras prestaciones que aún se conservan.
El último entierro
El último entierro en el cementerio de la parroquia data del 11 de abril de 1860, fecha en la cual se dio sepultura al cadáver de Doña Dominga González, casada con Don Manuel Cufre, feligresa del partido fallecida el día anterior de enfermedad natural a los 42 años.
El 22 de abril de 1860 el cura D. Felicísimo Moro hace entrega del libro de difuntos a su sucesor, el presbítero D. Nicolás Gaggero. Al día siguiente, son sepultados en el Cementerio General el cadáver de doña Gregoria Cufre de 44 años fallecida el día anterior de fiebre, casada con don Juan Torres, naturales del partido, y don Pedro Calderón de 54 años, esposo de doña Petrona Sosa quien fuera asesinado en la víspera en una pelea.
Estas partidas no están firmadas y hay una advertencia de fecha 3 de mayo de 1860 suscripta por el cura vicario Evaristo Serrano, en la cual deja constancia que tomó posesión del curato y recibió el libro en el estado en que se encuentra, habiendo hallado en un cuaderno tres actas extractadas por el presbítero Don Nicolás Gaggero y procedió a escribirlas literalmente como estaban estampadas. Por este testimonio sabemos el principio simbólico de la data del cementerio. Ref.: Libro 4 de Entierros 4 de 1843-1860, folios 192, 192v. y 193.
Con estos testimonios podemos afirmar el cierre del cementerio de la iglesia en abril de 1860, y el 23 de abril de 1860 la inauguración del Cementerio Municipal del Pilar.
El primer Registro de Sepulturas del Cementerio del cual tenemos conocimiento comienza en 1880, anterior a ese año las defunciones se registraban en los libros de la parroquia.
El periódico El Nacional del sábado 8 de agosto de 1857, con el título El Juez de Paz del partido, hace una reseña de la actividad como Juez de Paz de don Mateo José Piñero y entre los elogios de su gestión dice: “Habiéndose reunido la corporación municipal el 21 del mes pasado con el objeto de arbitrar los medios para proporcionarse los fondos necesarios para la construcción del cementerio de aquel partido, por ser de imperiosa necesidad a causa de la insuficiencia del que hoy existe, resuelven aceptar la propuesta que presentó el Sr. Piñero de realizar la obra por su cuenta y pagar al empresario el importe de trabajo y demás gastos de su peculio…”.
Con el crecimiento poblacional también se incrementa la mortalidad en el distrito del Pilar. Por eso en el año 1972 se inaugura el cementerio municipal de Presidente Derqui y años más tarde, en 1997, la apertura del segundo cementerio municipal en Pilar sobre la Ruta 25 kilómetro 7, camino a Moreno. También cabe aclarar que la radicación en el distrito de Pilar de cementerios privados cumplen un rol complementario importante.
El cementerio de Pilar inaugurado en 1860, con el paso de los años, a las tumbas, se agregaron en distintas etapas las bóvedas, nichos, morgue y por el año 1939 en sus muros mantiene una arquitectura diseñada en su fachada por Francisco Salamone.