Soy mano

Composición tema: la Escuela

por Graciela Labale

Por Redacción Pilar a Diario 4 de agosto de 2018 - 00:00

Lo sucedido en la escuela de Moreno mostró a las claras lo que significa la miseria humana. Pudiendo llegar a ser una tragedia todavía mayor y con los cuerpos de las víctimas en el mismo lugar de la explosión, comenzó el debate de los revolucionarios del teclado, que ni saben ni hacen nada por el otro, pero sí son bien rápidos a la hora de señalar y juzgar.
Nací en una familia permanentemente ligada a la Educación Pública. Viví los primeros 8 años de mi vida en un colegio de Alsina y Alberti, en la ciudad de Buenos Aires. Mis abuelos eran auxiliares/ caseros y mientras mis viejos construían nuestra casa, estuvimos allí. Conocí y admiré la labor docente de la mano del nono, que de impecable guardapolvo beige, repartía registros, tizas y llenaba los tinteros del pupitre con esa inconfundible tinta azul. A mi madre que por ese tiempo ya trabajaba de maestra, yirando por los 100 barrios porteños como suplente, la nombraron titular en el 58 en una escuela de Caseros a la que empecé a asistir como alumna. En aquella digna escuelita supe lo que era embarrarme por su calle de tierra, tomar clases en un pasillo por falta de aulas, compartir a mi mamá con niñas y niños de la creciente villa Carlos Gardel y también a su generosidad a la hora de ver tantas necesidades. Pasaron los años y yo también quise ser maestra. Por el año 1968 ya escaseaba el trabajo . La educación pública había empezado un lento deterioro con la llamada Noche de Los Bastones Largos y así siguió décadas. No son nuevos los paros, siempre reclamando lo mismo: dignidad. No solo por mejores sueldos sino por edificios en condiciones e igualdad de oportunidades para los niños. Por supuesto el deterioro vino de la mano de una mayor oferta de la escuela o universidad privada, “a mar revuelto ganancia de pescadores”. Mientras tanto la escuela pública fue retrocediendo, primero lentamente, por los parches a los que fue sometida y más ahora en tiempos donde lo público es un estorbo para los negocios. Así estamos, hoy llorando a dos trabajadores de la educación pública, único reaseguro junto con la salud para que una sociedad crezca en igualdad, en la que no haya ciudadanos de primera y de segunda. No podía hablar de otra cosa, porque como dice mi hija, también del palo, “hoy los docentes estamos todos muertos”.
 

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