Turismo Carretera: La primera alegría del Gran Vasco

Hace 24 años, Jorge Oyhanart ganaba en la máxima categoría. Era el 7 de septiembre de 1986, en el semipermanente de Junín.

7 de septiembre de 2010 - 00:00

 

El Falcon número 9 del Vasco, ícono de Ford en la década de 1980. 

 

por Néstor José Carey

 

Su padre supo tener junto a su hermano durante muchos años el bar La Marta en Belgrano y Lorenzo López, emblemática esquina del Pilar de aquellos tiempos (mediados del siglo XX), donde la cotidianeidad en el trato nos permitía tener inventariados a los integrantes de cada familia y los avatares que podían afectarla.

Lo recuerdo corriendo en karting junto al Colorado Bendix alrededor de la plaza 12 de Octubre que ya no conservaba las tipas añosas que la identificaban y había cedido terreno para la ampliación de las calles circundantes.

Luego viene su etapa con los Fiat 600, acompañado entre otros, por Beto Arraigada y Caracú Mantovani. Y demás colaboradores insuflados por el amateurismo, donde hasta Arturito Carey cumplía con el ritual diario de barrer el taller.

Los sueños de la categoría grande del Turismo Carretera se van perfilando con mayor firmeza hasta convertirse en realidad y junto a Rubén Calamara como copiloto, ingresan al Juego Grande.

Hasta que el 7 de septiembre de 1986 logra su primer triunfo en el circuito de Junín. Con un Ford que viajó a 170,720 kilómetros por hora de promedio en la final, tras las series que habían obtenido Emilio Satriano (Chevrolet) y Juan de Benedictis (Dodge).

El 5 de abril de 1987 gana en Bahía Blanca y quince días después, vuelve a triunfar en Junín, disputándole el campeonato a Oscar Castellano. El Pincho finalmente se impondrá, coronándose Oyhanart subcampeón.

El 26 de junio de 1988 gana en Balcarce y el 2 de abril de 1989 vence en el Autódromo de Buenos Aires, justo el día en el que lo bautizan Oscar Alfredo Gálvez. Una de las razones que explican su íntima comunión con los hinchas de Ford, al fusionar el triunfo de esa marca en dicho ámbito de nostalgia asociada a quien fuera el máximo referente el aguilucho Gálvez. Parafraseando al tango diríamos caprichos del destino.

Sin dudas, el triunfo más recordado fue el que obtiene en Balcarce, donde faltando dos vueltas es superado por Mouras, pero lucha tenazmente y sin resignar su posición asedia al 7 de oro todo el tiempo. Y en la última curva logra pasarlo, ganando la carrera en forma emocionante.

Adviértase la regularidad que había logrado, pues el Vasco hilvana cuatro años consecutivos de triunfos (1986/87/88 y 89) lo cual demuestra que estaba entre los pilotos de punta. Y salía a ganar, no a especular con la desgracia ajena.

Aquel chico que correteaba por la vereda de La Marta y que creo que pasó fugazmente por el Colegio Hermanos Maristas de Luján, con sus triunfos obligó a muchos a fijarse en el mapa dónde quedaba Pilar.

 

 

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