Del Viso late en las veredas de sus barrios, en las calles repletas de comercios y marquesinas, la ruta 26, la 8, la gran Panamericana con Los Cachorros y De Vicenzo a los costados. Porque más allá de lo que digan los mapas políticos, la gente de esos barrios asegura ser de Del Viso y el tiempo les dará la razón.
Del Viso estación, plaza Independencia con mates y juegos, vaivén de tardes a la salida de los colegios, y el corazón creciendo en sueños desde la esquina de French y Chiclana, donde el Club Unión abre sus puertas a la juventud abrasadora.
Y así, uno que es caminante apenas, peregrino y forastero, andando de pura convicción nomás, erguido en porfías, escribe y cuenta los colores de la “Ciudad de los pájaros”, con saludos de antiguos moradores y mujeres de antes que dan los buenos días a cualquiera.
Del Viso Comercial, punto crecido del Partido, mezcla de pueblo y ciudad.
Por eso, estas palabras buscan ser semilla, aliento, entusiasmo, apoyo, brotan de la historia de los protagonistas, vecinas y vecinos comunes que eligen vivir allí.
Y ahora en esta columna, que lleva más de cinco años siendo “Mano” en El Diario, aparece el latir de los delvisenses inundando de pertenencia la hoja.
Porque es orgullo lo que salpican, orgullo de generaciones de orgullo.
Ojalá el tiempo hecho de asombro redoble sus campanas sencillas, su andar despacio hecho de valiosa juventud con instrumentos al hombro, su temperamento tranquilo más allá de los cientos y miles de autos que la atraviesan cada mediodía, o esa marea de trabajadores que inunda cada tarde con la llegada de los trenes del crepúsculo.
Del Viso “Es Mano” ahora, en mí, en ustedes y en todos lo que aprendimos a querer ese rincón del planeta que con dignidad busca forjar su destino de ciudad.
Y de la mano de sus hijas e hijos bien intencionados, ha de lograr alcanzar el progreso de todos, sin joder a nadie, construyendo el bendito bien común, ese que burla intereses mezquinos y avanza desoyendo a los falsos murmuradores.
Porque cuando el corazón manda, los imposibles son hojas secas que el viento arrastra.