El carnaval jujeño se va convirtiendo en una tradición en Derqui

Se realizó por cuarta vez consecutiva. Más de 300 personas participaron de la ceremonia del "desentierro" que da lugar a bailes, música, comidas y costumbres del altiplano.

19 de febrero de 2010 - 00:00

Como cada año, llegaron desde distritos vecinos para celebrar un ceremonia que es única en la zona.

 

El carnaval jujeño ya se convirtió en una tradición en Presidente Derqui. Eso se desprende de su cuarto año consecutivo y siempre organizado por los “Sin Fronteras”. A las 11 del domingo último comenzó con su habitual “Desentierro del carnaval”, en el predio atlético “Norma Ramos”. Ya a media mañana se concentraron más de 300 personas, el grueso de Derqui y el resto de Garín, Liniers, Floresta, Moreno donde los organizadores tienen agrupaciones amigas.

Asado de cordero con mote, tamales, empanadas, mondongo, choripán, chicha de maní y maíz fueron los típicos platos norteños degustados, inclusive, por socios de cercanos clubes de campo y barrios privados junto a los vecinos derquinos o de otras localidades.

A las 15 todo rebosaba de música y se inició el “Desentierro del carnaval” para dar inicio a “La diablada”. La ceremonia consistió en echar bebidas alcohólicas en un pozo “del que salió el diablo para divertirse con todos en la fiesta”. Así el público empezó a bailar y a arrojarse talco, espuma, papel picado, hojas de coca y albaca. “Cada vez somos más, año tras año. Festejar el carnaval como en nuestros pueblos con todas sus tradiciones y con tanta gente es único. Todos nos dicen que falta algo de estas características y por eso varios viajan desde lejos”, comentó Irene Quispe, presidente de los “Sin Fronteras”. Kaya Kama (grupo jujeño), El salteño Santillán (folclore) y Maimará (estilo norteño) pusieron la alegre música de la jornada. Cuecas, tincus, tintín y carnavalitos se bailaron toda la tarde. No faltaron los agradecimientos a la atleta Norma Ramos, “porque siempre nos ayuda para que todo salga lo mejor posible, y además nos cede el predio”. El mismo reconocimiento tuvo con los varios artistas que colaboraron gratuitamente con el espectáculo, y el más fuerte fue para el Municipio que les otorgó el sonido, el escenario y la seguridad. Una vez finalizada la música, y debido a la falta de espacios en la agenda de la Asociación Atlética Norma Ramos, debieron realizar “el entierro del carnaval”, o sea los dos eventos en una misma jornada. No obstante, y ante el reiterado éxito, Quispe no descartó poner en práctica mensualmente esas fiestas del altiplano y así conseguir el dinero para su sede. Igual que en la ceremonia previa se utilizó un pozo para colocar licores, hojas de coca y albhaca junto a deseos de prosperidad, salud y trabajo junto al diablo, que permanecerá ahí “quietecito” hasta el próximo carnaval. La institución Sin Fronteras será presidida por Quispe hasta febrero de 2011, y ya está abocada al próximo festejo de “La Pachamama” que será en agosto.

 

 

Origen del carnaval jujeño

Una ceremonia que se remonta al siglo XVII 

El origen del carnaval jujeño se remonta al siglo XVII, y comprende el noroeste de Argentina, Bolivia y Perú. Las tradiciones han combinado elementos de la religión cristiana con otros de la cultura incaica.

Aunque hay variantes de esta celebración, el rito común a todos es el desentierro del Pujllay, “diablo del carnaval”, enterrado en un mojón a la vera de un río o al pie de un cerro. Quien lo encuentre será el diablo oficial de la fiesta, y ataviado como tal dirigirá los festejos. Es común llevar en estos días ramas de albahaca. Luego de los días de desenfreno y celebración, volverá a ser enterrado entre lamentos, y se le harán ofrendas como comida, tabaco, hojas de coca, bebida, una costumbre que se utiliza también en el culto a la Pachamama o Madre Tierra. En ambos casos, por varios siglos, fueron considerados “paganos” por la Iglesia Católica y literalmente prohibidos por los gobiernos civiles o dictaduras militares. Recién con el retorno de la democracia, en 1983, fue nuevamente autorizada su celebración sobre la base del respeto a las diferentes etnias y sus tradiciones. 

 

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