por C. L.
Una personalidad arrolladora, una belleza inquietante y una educación exquisita fueron armas suficientes para que Soong May-Ling comprendiera que en su vida no habría ambiciones imposibles ni hombre que se le resista. Su apasionante biografía habla de una primera dama china capaz de cautivar y convencer a quien se le pusiera enfrente, cuyas influencias llegaron nada menos que hasta el Partido de Pilar.
Su historia comenzó a escribirse en 1898 en la ciudad china de Shangai, para extinguirse en 2003 en Nueva York. En sus 105 años de vida, Soong May-Ling se formó en los Estados Unidos, se enamoró de un hombre once años mayor, budista y divorciado, y se convirtió en primera dama de China.
Su matrimonio en 1927 con Chiang Kai-Shek, primer presidente de la República Nacionalista China y más tarde -entre 1949 y 1975- dictador de Taiwán, y la influencia determinante que ejerció sobre su marido le dieron un lugar destacado en la historia mundial.
Ahora bien, fuera de las páginas de los libros existe una anécdota imposible de rastrear en una biblioteca pero no por ello es menos valiosa, que habla de un encuentro compartido entre la familia Dodero, propietaria en ese entonces de 160 hectáreas ubicadas en el Kilómetro 50 de la Panamericana, y el matrimonio presidencial chino.
Cuenta la historia que el despliegue de seducción, inteligencia y elegancia de May-Ling deslumbró a tal punto al jefe de la familia argentina que la imagen de la primera dama china perturbó su recuerdo, y también su corazón, durante mucho tiempo. Incluso, las versiones más indiscretas aseguran que el flechazo fue mutuo y se materializó en un romance tan clandestino como fugaz.
Pocas precisiones existen sobre el lugar físico donde se produjo el encuentro, pero teniendo en cuenta que la familia Dodero residía la mayor parte del año en París, es presumible que no haya tenido lugar en la Argentina.
Lo que sí es irrefutable es que al momento de aportar un nombre para el emprendimiento urbanístico que Dodero desarrollaría años más tarde en sociedad con la familia Kocourek en las tierras pilarenses, el homenaje a la “señora del Dragón” -como la apodó la revista estadounidense Time- no aceptó objeciones.
El 9 de noviembre de 1974 nacía en Pilar el Mayling Club de Campo.