Adiós a una abanderada de la solidaridad

Luisa Domenech falleció a los 85 años. Fue farmacéutica durante más de medio siglo y llevó adelante una intensa labor social en Pilar, como la creación de la guardería gratuita. "El trabajo por y para el otro nutre y alimenta el alma”, aseguraba.

Por Redacción Pilar a Diario 7 de febrero de 2022 - 09:39

En las últimas horas, Pilar perdió a una persona que dedicó gran parte de su vida a ayudar a los demás: la farmacéutica Luisa Domenech, quien falleció a los 85 años.

Luisa -o La Negra, como fue apodada desde chica-, terminó la secundaria en tiempo récord y estudió en la Escuela de Farmacia, perteneciente a la Universidad de Buenos Aires. En una época en la cual las diferencias entre hombres y mujeres eran marcadas, fue la única egresada femenina de su camada.

Así comenzó a trabajar en la farmacia familiar fundada por su padre, José Dalco Domenech, quien desde chico se instaló en Chascomús, ciudad en la que su papá (es decir, el abuelo de Luisa) atendía una panadería; mientras que él se empleó en la farmacia del tío de Raúl Alfonsín -con quien entablaría una gran amistad-.

Luego conoció a una muchacha de la aristocracia local, con la que se casó y tuvo tres hijos: Luisa, la mayor; Nélida, más conocida como Coca y el pequeño José, apodado Mimo. Sin embargo, cuando Luisa tenía 5 años la familia se mudó a Pilar, desde donde nunca más se fueron.

En la calle Yrigoyen, la Farmacia Domenech (hoy La Nueva Domenech) es un icono del centro de Pilar, incluyendo a su histórica puerta giratoria. Allí trabajó Luisa durante casi 60 años, primero junto a su padre y luego tomando las riendas. A principios de 2018, el negocio cambió de manos y la Negra gozó de un merecido retiro.

No obstante, a la par de su profesión, su vida estuvo muy ligada a la solidaridad y la religión. Perteneciente a la congregación La Legión de María (de la que fue una de las fundadoras en Pilar), siempre estuvo atenta para colaborar con la comunidad. Así, dio vida a una guardería que funcionó durante 40 años, pensada que las familias de bajos recursos puedan dejar a sus hijos y así poder salir a trabajar.

A su vez, creó un refugio para madres e hijos que funcionó durante varios años, proyectos que finalizaron cuando el gobierno provincial les quitó las becas, allá por 2012.

De cualquier manera, su labor solidaria continuó, abriendo las puertas a entidades como las Madres del Dolor o el grupo Red Sanar para que pudieran desarrollar sus labores en Pilar.

"Me considero una amante de la vida y espero poder transmitir eso. El trabajo por y para el otro nutre y alimenta el alma”, expresaba Luisa en diálogo con El Diario, en tiempos en los que dejaba la farmacia.


 

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