Una escuela llegó a la media docena de robos en siete meses

Es la Nº4, donde concurren 800 alumnos. Se llevaron equipos de música y otros elementos de electrónica. Poco después fueron recuperados. Una construcción demorada facilita el acceso de los ladrones.

21 de septiembre de 2010 - 00:00

 

La obra lleva tres años de demora y facilita el acceso de los ladrones.

 

Una escuela pública está sometida a la delincuencia desde hace unos tres años, y los seis robos sufridos en los últimos siete meses son un doloroso ejemplo. El último caso se perpetró en la madrugada del sábado y la Escuela Nº 4, del barrio Villa Verde de Pilar, nuevamente perdió varios elementos didácticos.

Sin embargo, es la primera vez que se recuperó la mayoría de los elementos sustraídos luego de una rápida intervención policial. No obstante nada asegura hoy que el establecimiento no vuelva a ser violentado ya que en la noche del domingo un policía de custodia en el interior evitó que delincuentes volvieran a ingresar.

Es que si bien el establecimiento cuenta con un sistema de alarma, desde hace más de un año debió ser desconectado por la obra de ampliación. Y para los directivos aquí radica el mayor problema, porque un lateral que da a la calle Fragata Hércules se transformó en el acceso ideal para ladrones: levantan una de las hojas de madera que separan la obra de la calle, y se encuentran con un rudimentario vallado de tablones que arrancan fácilmente para finalmente ingresar al edificio.

Según voceros oficiales del colegio, el o los malvivientes ingresaron por ese lugar para dirigirse a la secretaría. Su puerta de madera con anchos vidrios fue un leve obstáculo y, una vez adentro, abrieron los armarios para hacerse de un equipo de música, sus respectivos parlantes, un ecualizador, un micrófono, tres radiograbadores, dos cámaras fotográficas (una digital y otra analógica), dos grabadores de mano, una moladora, y lo más caro de todo, un equipo proyector de cine de unos 4.500 pesos.

Aquí surge un dato clave porque para la policía el o los ladrones contaban con información precisa de todo, habida cuenta que el proyector no estaba en la secretaría y sí bien escondido en el armario de una de las varias aulas.

Hacia ella llegaron los delincuentes para romper el candado de la puerta y llevárselo.

A media mañana del sábado último tomó intervención el personal de calle de la Comisaría 1ª de Pilar, y enseguida dio con un vecino de la zona que resultó ser testigo ocasional de la fuga del delincuente con lo robado. Es  más, se supo que el sujeto hizo dos viajes por la cantidad de bultos y el peso.

Luego se supo que el malviviente sería familiar de un alumno de la Nº 4, y el círculo comenzó a cerrarse. Pero entonces sucedió algo muy extraño porque el propietario de una camioneta que se dedica al adiestramiento canino, vecino del barrio, descubrió que le habían cargado todo en su vehículo. En pocos minutos se enteró del robo y no dudó en llegar a la escuela para entregar las cosas a las docentes.

Afortunadamente sólo faltaban las más chicas, como los grabadores o cámaras fotográficas. En consecuencia los policías abonan la teoría de que ante el inminente allanamiento de una vivienda, donde pudo estar lo robado, los ladrones decidieran “descartarse” y poner los bultos en el rodado del trabajador.

 

Una situación increíble  

Una obra que va a cumplir tres años

 Los numerosos robos y destrozos en la Escuela Nº 4 se originan a fines de 2007, cuando la Dirección General de Educación y Cultura de la Provincia le otorgó la construcción de seis aulas, tres en planta baja y las restantes en un primer piso, más la remodelación de varios salones y la secretaría.

Su matrícula es de 780 alumnos, el hacinamiento se hizo costumbre, y por eso la importancia de la remodelación. Pero la primera empresa adjudicada cobró una parte, comenzó los trabajos y al poco tiempo rescindió el contrato. El nuevo llamado a licitación consumió un año, hasta que en 2009 se hizo otra adjudicación. Se reinició la obra, y sin embargo todo se repetía porque la firma responsable no cobraba los certificados acordados.

A resultas, sólo un trabajador hacía algunas tareas en el sector abierto que da a la calle Fragata Hércules. Y eso fue aprovechado por delincuentes que hasta llegaron a robar todo el tinglado del patio.

No faltaron los vándalos que únicamente generaban destrozos, pintadas en las paredes o hacían sus necesidades sobre los pupitres de los chicos. Como ejemplo más leve de la vulnerabilidad del colegio fueron las parejas que se internaban en él para luego dejar profilácticos en sus corredores.

“El Consejo Escolar fue a La Plata, explicó nuestra gravedad y recién entonces, en agosto, la DGE le pagó a la empresa algunos certificados y hay varios obreros trabajando”, comentó a El Diario una docente de la Nº 4. A su vez el vallado de tablones interno fue reforzado, y no se descarta un policía todas las noches. El plazo de obra era de 180 días, pero al cabo de casi tres años el cartel que así lo indica está oxidado y ya casi resulta una burla.         

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