Denuncian violencia de custodios y falta de control en un boliche

El padre de un menor intentó dialogar con el propietario del lugar. Sin mediar palabra, un patovica le lanzó gas pimienta y lo golpeó. Su hijo de 16 años terminó con un corte en el ojo.

14 de febrero de 2010 - 00:00

El boliche está en el Kilómetro 50. Denuncian que el viernes había menores.

 

Un nuevo caso de violencia por parte de “patovicas” de un boliche bailable se dio en la madrugada de ayer en un boliche del kilómetro 51 de la Panamericana.

El hecho ocurrió en el local denominado Social Pilar, cuando el padre de un menor, un conocido médico de Pilar, Francisco Ramírez, intentó dialogar con el dueño del local para pedirle explicaciones acerca de por qué habían dejado ingresar a su hijo, que además había tenido un altercado con otros chicos que también estaban en el local bailable.

Al ingresar al patio del lugar a través de un puente de madera que cruza un pequeño cauce de agua decorativo, el hombre se encontró con la negativa de uno de los custodios de nombre Hernán.

El patovica le dijo que no podía ingresar y ante la insistencia del médico por dialogar con el propietario, el custodio volvió a pedirle que se retirara y le negó el ingreso. La discusión se cortó abruptamente ya que según relató Ramírez a El Diario, cuando le señaló al hombre de la puerta que él ingresaría a hablar con el dueño del local, salió otro patovica que, sin mediar palabra, le roció gas pimienta en los ojos y le tiro dos trompadas, una de las cuales le provocó un corte en el labio inferior.

Al ver que atacaban a su padre, el menor se metió a sacar del lugar al hombre que estaba cegado por el gas pimienta. Pero el menor recibió una trompada del mismo patovica, apodado “Gorila”, el cual le provocó un corte sobre el parpado del ojo izquierdo.

Al ver la situación el hombre se retiró junto a su hijo a radicar la denuncia en la Comisaría 5ª del Kilómetro 50.

 

Descontrol

El médico aseguró a El Diario que cuando ingresó al lugar observó que había varios menores “pasados de alcohol” y lanzó: “alguien tiene que tomar cartas en el asunto, a muchos padres les debe pasar como a mí que lo dejé en el cine y terminó en un boliche, donde no deberían haberle permitido la entrada por ser menor y además les venden alcohol y son maltratados por los custodios”.

Al volver al boliche, ya con un policía para identificar al agresor, Ramírez contó que fue recibido por el propietario, quién se presentó como Mariano. Y tras pedirle disculpas a él y a su mujer, se excusó por lo sucedido.

Pero según relató el médico, mientras le explicaba al empresario de la noche que todo lo que pretendía era dialogar con él, las riñas entre jóvenes continuaban en el lugar y “los patovicas tiraban a la calle a los chicos como ganado”.

Allí tuvo que intervenir el policía para que no ingresara nadie más al local bailable.

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