#Marcaron2015 Padre Sayu: El reparador de almas

Desde su llegada a Pilar hace cuatro años, Sayu George se ha convertido en una guía espiritual de gran cantidad de vecinos. Sus misas de sanación son un fenómeno de fe colectiva.  <p class='"MsoNormal"'><p></p></p>

23 de diciembre de 2015 - 00:00

 

por Alejandro Lafourcade

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A finales de la década de 1980, Sayu George era un joven de 21 años oriundo de la India que estaba a punto de recibirse de licenciado en Letras y Literatura Inglesa. Sin embargo, algo ya se había despertado en su interior, una vocación por ayudar al prójimo especialmente en la faz espiritual.

Hoy, ese joven es el Padre Sayu, vive en Pilar desde hace cuatro años y en muy poco tiempo logró convertir su actividad en un fenómeno de fe que en cada misa convoca a cientos de personas, un hecho que sacude al mundo eclesiástico local.

Sayu -49 años- es parte de la Congregación del Verbo Divino, colegio del que es su guía espiritual y desde donde brinda contención, consejo y palabra sabia a una gran cantidad de fieles. Además, es columnista de El Diario Regional y cuenta con un programa propio en FM Plaza 92.1 (lunes, miércoles y viernes a las 22).

“La vocación se despertó cuando estaba terminando los estudios universitarios, yo quería ejercer como docente y formar una familia –recuerda en su oficina del IVD-. Pero era parte de un grupo sacerdotal y una vez organizamos una jornada con especialistas de la vista, para que atendieran a la gente. Juntamos fondos con un evento para lograrlo, y ahí pensé que podía dedicarme el resto de mi vida a ayudar”. Casi de inmediato comenzó su ordenación sacerdotal.

A sus misas de sanación (en las que hace imposición de manos) concurren centenares de personas. “Esperé unos 6 meses para hacerlas, el punto de partida fue cuando Benedicto XVI decretó el año de la fe en 2012, por eso empezamos con un pequeño grupo de oración”. Y agrega: “Donde hay rezo, hay gracia, la gracia fluye donde se reza, sea la casa, la iglesia o la escuela”.

Buscando reforzar el aspecto espiritual, el sacerdote comenzó dando misa en la capilla del colegio, pero al segundo encuentro ya habían concurrido unas 100 personas. La tercera debió ser en el gimnasio. “A la gente la convoca Dios, no yo –asegura-. Desde aquel tiempo tenemos un promedio de 500 personas en cada misa de sanación, pero en ocasiones han venido muchas más”.

La noticia corrió boca en boca: gente que frecuentaba las misas de un cura llegado de la India lograba resultados sorprendentes en su vida espiritual pero también física, como la confirmación de embarazos muy buscados o la cura de enfermedades. “En algunos problemas son muy evidentes las sanaciones –reconoce Sayu-. Para toda persona le pido al Señor que le conceda gracia, no tomo a Dios como un peón. Cuando la gente viene con fe, Dios responde. El que sabe que Dios puede, tiene fortaleza”.

En cuanto a la imposición de manos, un aspecto fundamental de sus misas de sanación, explica que “es parte de la formación sacerdotal. Imponer es como tatuar, algo que queda fijo, sellado. Le pedimos al Espíritu Santo que se derrame sobre la persona. Pero no estoy solo en esto, los viernes oramos con 30 o 40 personas dos horas, es gente que me ayuda. Como si fuera un pre-quirúrgico, nos preparamos para las misas de sanación”.

Más allá de esos encuentros, el sacerdote mantiene en la capilla de Villa Morra un grupo reducido de 30 personas los jueves, con los que reflexiona sobre textos, confiesa y se deja un momento para la adoración. Además, es  habitual que cada tarde llegue gente al Verbo buscando alivio, siendo atendida por él.

Acerca de su llegada a los medios, Sayu (que también estudió Teología en España) comenta que “salvo alguna entrevista esporádica, esta fue mi primera experiencia. Es un servicio a la persona que tiene necesidades y no puede moverse de su casa. Es un momento de oración, es otro estilo de comunicación. Aquel que está en la casa recibe el mismo alivio. Los medios son un canal para transmitir la bendición de Dios”.

En su país de origen, Sayu tiene a sus padres, dos hermanos y una hermana. El programa de misiones de la congregación le permite viajar cada tres años. “Vengo de una zona sumamente católica y practicante. La misa de domingo es a las 5.30 y es la más concurrida. Mis padres tienen un campo y una chacra”.

Y agrega: “En India hay enfrentamientos por religión, pero en otras zonas. El hinduismo y el islam son las religiones mayoritarias, pero si hay educación no hay fanatismos. Cuando hay buena educación siempre se progresa con paz y prosperidad”.

Aquel joven que asistía a misa de madrugada, que soñaba con ser profesor de Literatura Inglesa (lengua que maneja, además del español y algunos dialectos de su tierra, aunque asegura comprender varios más) y formar una familia, hoy es la guía de cientos de pilarenses. Viendo el camino recorrido, reflexiona: “Cambiar de rumbo me ha dado muchas satisfacciones”.

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