Tiempo de despedida

Tras 44 años sin pausas, el docente se ha retirado definitivamente de su actividad. Dice que se va desencantado con la sociedad actual. “Los mayores somos responsables”, afirma.

28 de diciembre de 2010 - 00:00

 

por A. L.

 

Es de esas personas cuyo nombre ha desaparecido, para dejar paso a un apodo que no necesita ir acompañado ni siquiera de apellido. En Pilar, para todos, José Bernardo Domenech es “Mimo”, o viceversa. Luego de casi 45 años vividos dentro de las aulas, 2010 ha sido el año en el que el docente decidió decir adiós.

A mediados de año, en un reportaje en profundidad con El Diario, “Mimo” confesó que se sentía desesperanzado y con cierta frustración por el contexto social en el que abandona su profesión. Algunos meses después, su estado de ánimo no ha cambiado: “Es más, se ha profundizado, no tengo dudas –afirma-. Al no dar clases he tenido mucho más tiempo para reflexionar y observar, lo que me ha permitido tener una apreciación más aproximada de la realidad educativa”.

Por eso, el docente indica que “en este momento, estimo que los argentinos en general, como sociedad, no nos hemos dado cuenta de que la mayor deuda que tenemos los ciudadanos y los gobiernos es la deuda con la educación. Es más grande que la deuda externa, que se puede refinanciar, pagar y hasta ser perdonada. La deuda interna con la educación escolar es condicionante de buena parte de los problemas que nos tocan vivir en la Argentina”.

Para el docente, “la escuela no tiene valorización social, y los protagonistas del proceso terminamos involucrados en una devaluación de esta educación. Por eso, este tiempo me hace estar mucho más crítico y desesperanzado que hace cuatro o cinco meses”.

 

Incansable

“Mimo” Domenech tiene 68 años, está casado, tiene dos hijos y cuatro nietos. En su larga trayectoria, fue docente en el Instituto Verbo Divino desde 1966 a 2010, la Escuela Media 8 “Tratado del Pilar” y el Instituto Parroquial. Además, en sus comienzos fue preceptor del Colegio Almafuerte.

A su vez, tuvo una intensa participación social y política durante varios años: comenzó a militar en el radicalismo intransigente cuando estaba en 3º año del secundario, en el ateneo “Moisés Lebensohn” –un ideólogo radical de Junín-, elaborando proyectos para acompañar la candidatura de Arturo Frondizi. Luego, en los ’60, fue uno de los fundadores del Club Nacional –que funcionaba en el predio detrás de la iglesia y fomentaba la práctica del deporte- y el Centro Universitario, donde a los estudiantes secundarios se les inculcaba la vida en la educación superior.

Domenech fue un joven desarrollista y hombre del MID hasta 1983, e inclusive incursionó en el periodismo, ya que dirigió junto a Santiago Sanguinetti el periódico Futuro, entre 1966 y 1974, cuyo lema los pintaba de cuerpo entero: “Desarrollo o miseria”.

 

-¿Hay alguna posibilidad de volver a la acción ciudadana?

- Sí, lo pensé. Superado el alejamiento de la escuela, tendré que canalizar mi esfuerzo. Mi ilusión fue durante muchos años, más allá de la política partidaria, el funcionamiento de grupos de estudio y análisis de la realidad, para ir comprendiéndola de una mejor manera. No digo una fundación, pero sí un grupo, hay mucha gente bien intencionada pero estamos disgregados, nos han atomizado. Espero poder hacer algo, pero fuera de una estructura partidaria. Tenemos que dejar de ser espectadores, y cada uno desde su ámbito asumir un compromiso con el país, no sólo cuando se juega un mundial de fútbol.

 

Además, señala que “desde la educación hemos fracasado, porque no hemos sido capaces de generar la clase de dirigentes políticos, gremiales, etc., que le dieran al país un proyecto. La educación jamás podrá salir de este estado en tanto y en cuanto no tengamos un proyecto compartido. Me voy fracasado, sin modestia diría que he ayudado a sembrar algunas semillas en pos de una superación”.

 

-En ese caso, el fracaso sería de todos...

- Yo no incluiría a la gente joven, pero sí a los mayores, que solemos autoperdonarnos. Yo tengo parte de culpa, y cada uno de los mayores también, en forma directa o indirecta. Esto no nació de la nada. A veces me pregunto cuánto más podría haber hecho, pero no fue nada fácil.

 

-¿Qué le deja de positivo su carrera?

- Me voy de la educación con una riqueza enorme en determinadas etapas, ya sean en el Parroquial, el Verbo, el Oficial y hasta los pocos meses en el Almafuerte. Trabajé con gente como Marcelino Urroz, Susana Morales, Sara Cufré y Vicente Filosa, he tenido una extraordinaria relación con algunas familias del Verbo. Son tantos los ex alumnos con los que hablo, uno ha tratado de inculcarles la cultura del trabajo, la cultura del esfuerzo, el tener un proyecto de vida, individual y colectivo.

 

-¿Cómo pasa hoy los días?

- Sigo en mi chacrita, cortando más el pasto que antes... Son mis momentos de pensamiento, arriba de un tractor modelo ’52, y metido más que nunca en la lectura de información periodística.

 

-¿Va a sentirse raro en marzo?

- En absoluto, estos meses que he tenido de licencia me han demostrado que ya no encuentro el contexto que yo necesito en una escuela para trabajar. No extraño porque no me sentía bien.

 

Un adelantado

por Humberto Zúccaro*

Hay un antes y después de “Mimo” Domenech, ya que fue un adelantado de la democracia, un avanzado en cuanto al sentido de cooperación para con una sociedad.

Tuvimos y tenemos una amistad, en la que durante casi dos décadas nos hemos reunido junto a los egresados unas tres veces al año y él, con una actitud comprensible, dejó de hacerlo en el momento en que yo empecé a ser intendente, pero tenemos charlas de amigos.

Creo que fue el único profesor que nos abrió la mente para que podamos tener discernimiento, podamos aprender a pensar y para que también podamos comprender la realidad en aquellas épocas oscuras: cuando no se podía hablar de libertad de expresión, “Mimo” fue el primer docente, la primera persona que me viene a la memoria que me permitió la libertad de expresión.

En mi vocación política fue un factor preponderante, al permitirme tener esa libertad y convertirme en una especie de “líder” del grupo, gracias a la comunicación verbal que nos permitía “Mimo”.

Fue el primer periodista serio que yo recuerdo, con su diario Futuro, el primer comprometido cuando se formó el MID, y con un compromiso muy fuerte a lo que hace a la vida de Pilar.

No le he pedido que me acompañe en la función pública porque no hubiese aceptado, como no lo hizo con su sobrino Sergio Bivort, pero sí escuché muchas veces y quedan grabadas en mi memoria las críticas constructivas cuando era concejal y ahora intendente, siempre lo hizo para querer mejorar la gestión y eso para mí es muy importante.

 

*Intendente, ex alumno en el Instituto Verbo Divino.

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