ENTREVISTA

“El té es calma, introspección: tenemos que rescatar eso como sociedad y estar más tranquilos”

Guillermo Casarotti es el creador de Inti Zen, empresa que nació en plena crisis y ahora exporta de Pilar hacia el resto del mundo. "Para emprender no hay edad ni momentos", asegura.

Por Redacción Pilar a Diario 19 de enero de 2020 - 00:00


Por Alejandro Lafourcade 

En la Argentina de 2001 o 2002, tener un trabajo estable en una multinacional era un tesoro que no era aconsejable soltar. Sin embargo, Guillermo Casarotti cometió la “locura” de dejar la comodidad para darle forma a su propio negocio: el desarrollo y venta de una nueva marca de té.
Más de 15 años después, Inti Zen es una empresa que exporta a diversos países de América y Europa, siempre respetando a rajatabla los principios con los que fue concebida.
“Cuando estudié, las carreras eran más clásicas, pero vi que había otras cosas, se empezaba a hablar de marketing e hice una maestría”, recuerda Casarotti en diálogo con El Diario. Así comenzó un recorrido por diversas empresas, siempre en marketing, hasta que en los ’90 “con 40 años me despidieron de un día para el otro, quedé en la calle”.
Sin decaer, “me propuse ‘trabajar de buscar trabajo’: durante 4 meses me levantaba temprano, armaba CV, planeaba reuniones, hasta que conseguí empleo en otra multinacional”.

-En 2002 todos querían tener o conservar su trabajo, ¿cómo surgió la decisión de dejar todo?
- Muchas veces las crisis hacen que sucedan cosas que a la larga son positivas, algunas personas se paralizan y a otras las movilizan. Ahí empecé a pensar en emprender, algo para lo que no hay edad ni momentos, es una decisión propia.

-¿Cómo fue armándose el proyecto?
- Cuando renuncio a mi trabajo estable y quemo las naves, ya no había vuelta atrás. Me decían que estaba loco, que me quedara, pero yo lo veía muy claro. Los emprendedores tenemos un grado de locura sana. Yo veía que en EE.UU. estaba funcionando la movida de los té gourmet o selectivos. En ese momento conocí a Inés Berton, blender de té, y todos los planetas de alineaban.

Introspección
-¿Por qué eligió el rubro del té?
- Siempre me encantó tomar, pero en Argentina no había buenos tés. Así logramos lanzar Inti Zen, en plena crisis. Desde muy chico me encantó lo relacionado con las culturas de oriente y occidente. Latinoamérica es el continente joven, rebelde, con energía; y la cultura oriental es añeja, de sabiduría, el ying y el yang… Así juntamos a Inti con el Zen, amalgamando el té de oriente o de la India con ingredientes nuestros. El concepto y los productos fueron tomando forma y color.

Como aquel famoso eslogan que afirmaba que la pausa son 5 minutos, Casarotti coincide en que “el té es calma, introspección. Tenemos que rescatar eso como sociedad, estar más tranquilos. Cambiar el mundo empieza de manera individual y con los que nos rodean”.

-¿Con esa filosofía se inicia la empresa?
- Sin dudas. Ahora somos categoría B, con responsabilidad social incluso antes de que exista la RSE. Todo empieza con el trato hacia nuestros empleados, con oficinas abiertas. En las reuniones de staff participan todos, todo es transparente. Es como me hubiese encantado que me trataran a mí cuando trabajaba en empresas.

De la misma forma, “con nuestros clientes o proveedores nos preocupamos porque tengan ciertas conductas: que no contaminen, que cuiden a sus empleados y demás. Hacemos convenios éticos, son unos diez ítems que tienen que respetar”.

En familia
-¿Cómo fue dándose el crecimiento de Inti Zen?
- Cuando surgió, abrimos un mercado nuevo en Argentina. Con los años creamos otras marcas nuevas (Chamana y galletitas KOO!) y seguimos haciendo. Queremos dar un salto nuevo, incursionando con el Indi Chai.

Con el tiempo se fueron sumando los hijos de Casarotti, Diego (estudió administración de empresas) y Theo (economista). “Se fue dando de forma espontánea, sin planearlo –aseguran-. De hecho tuvimos varios trabajos antes de sumarnos a Inti Zen. Los tres tenemos personalidad diferentes y nos complementamos”.
Diego está encargado de Indi Chai: “Lo lanzamos a mitad de noviembre. Al clásico le pusimos Masala, desarrollando también otro más ‘nuestro’, con notas de dulce de leche, el Caramel”. Y agrega que “el chai está muy relacionado con la India, te transporta, se relaciona con la meditación y los viajes”.
Por su parte, Theo –economista- está abocado al té en hebras y saquitos triangulares, que será lanzado en dos o tres meses. “Es un té más sofisticado que en Argentina no está desarrollado”.
-¿Cuántos productos tiene hoy la marca?
-Tenemos 20 productos y queremos llegar a 40, vamos a doble o nada (risas). Tenemos ocho empleados y siempre estuvimos en Del Viso: arrancamos con una oficina en Office Park, y desde hace 10 años estamos en Panamericana y Lisandro de la Torre.

En la actualidad, Inti Zen exporta a países como Chile, Uruguay, Paraguay, Francia, España y EE.UU., y próximamente llegará a Perú y Colombia. “Queremos que salga de Pilar al mundo”, dice Guillermo. 
Optimista por naturaleza, insiste en que “siempre hay que buscar lados positivos, dar lo mejor de sí. La queja es nuestro deporte nacional, pero hay que tratar de volverse un quejoso productivo (risas)”. 


“Juntamos a Inti (el sol, para los incas) con el Zen, amalgamando el té de oriente o de la India con ingredientes nuestros”.


“La primera exportación fue a EE.UU., cuando recién empezábamos. Nos pidieron un container lleno. Era una locura pero dijimos que sí”.


“Todo empieza con el trato hacia nuestros empleados. Es como me hubiese encantado que me trataran a mí cuando trabajaba en empresas”.

 

 

Cómo se puso en marcha la empresa
Aquella visita a un monasterio de Azul que terminó cambiando todo

Cuando Inti Zen todavía era poco más que un sueño, Guillermo Casarotti no lograba que las piezas encajaran como él quería. “No teníamos empresa ni producto, Inés Berton armaba los blends, un diseñador trabajaba, pero no arrancaba...”. La salida estuvo a varios kilómetros de distancia: “Me fui a Azul, a pensar unos días a un monasterio trapense, de monjes católicos. Una especie de retiro, pero solo para estar solo y pensar”.

-¿Cómo fue aquella experiencia?
- Me levantaba a las 6 con los cantos gregorianos, había paz y tranquilidad, caminaba por un bosque... A las 13 me daban un plato de comida. Supe lo que estaba pasando con mi proyecto y a los cuatro días decidí volver, y en la ruta fui resolviendo. Cuando llegué, las piezas del rompecabezas se juntaron. Cuando uno tiene la cabeza llena de cosas llega el pánico. Es importante vaciar los pensamientos: cuando uno vacía la cabeza, pasan cosas. Meditar, o al menos salir a caminar un rato, pensar tranquilo… Cada uno tiene sus tácticas. Los pensamientos se van enganchando y surgen nuevas cosas.

-¿Volvió a hacer algo similar?
- Estuve con monjes en Nepal, por ejemplo. Ahora cada vez que me pasa una cosa así, no me voy a 300 kilómetros a vaciar la cabeza (risas), pero muchas veces me doy a dar una vuelta, me siento en un lugar a tomar un té… Rompo con lo que estoy haciendo para vaciar pensamientos. Excepto la muerte, el resto se soluciona, pero hay que parar y bajar un cambio. El té es como mi ritual que me hace bajar.

 


 

INDI CHAI. El  nuevo producto lanzado en noviembre.
 

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