"¿Conoces el olvido? Es blanco, dolorosamente blanco/Acaso en un instante se descorra un horizonte rojo/y corramos tras él/para sumir el blanco que nos pesa y nuevamente es níveo el camino/en las manos se prende la agonía y dobla en las arterias la campana/
Quizá nos arrastramos… porque es lento el camino y es tan blanco/que se pierde el contacto con la vida/¿Conoces el olvido? Mira mis manos blancas, mi cabello/la sangre que no tiñe/el pulso que repite horas vacías/y este grito callado en la garganta”. ("Gnosis”).
Beatriz Zuluaga es un poeta colombiana que ha publicado varios libros, entre ellos "La ciega esperanza” y "Definiciones”. Ex presidenta de la Casa de Cultura de Manizales, ex directora de la revista Mujer, ha sido condecorada como decana del periodismo por el Colegio Nacional del gremio. Psicóloga de la Universidad Nacional de Colombia. Terapeuta de pareja y de familia de ASISCA y la universidad de Cartagena.
"Un huracán de trópicos/un campo impredecible/una luz que baja ansiosa a fundirse en el rayo del deseo/Tú moldeas mi carne y soy brizna leve que se mece al poder de la música en tus dedos/ Mi hombro, palomar para tu arrullo/mi voz una plegaria de la sangre y tú, brujo del amor/ llegas al aquelarre con la pócima agridulce de los besos/ malabarista para la vibrante cuerda del amor/ Rito viejo como el tiempo, como el mundo/pero siempre deslumbrante en la palabra cuando dices: hágase la luz/y yo inauguro el sol en mitad de mi sexo/ y me decido a reinventar el mundo o lo que es más: a desafiar a la muerte/Te amo por lo que eres/ me amo por lo que soy/cuando estoy contigo”. ("Te amo por lo que eres”).
Su poesía es voluptuosa, cálida, erótica y a veces agresiva. Exploradora de la palabra, a las que las acaricia con honda insistencia en busca de un lenguaje comunicante. "Si preguntan por mí… /diles que salí a cobrar la vieja deuda/que no pude esperar que a la vida/se le diera la gana de llegar/a mi puerta./ Diles que salí definitivamente/a dar la cara sin pinturas/y sin trajes el cuerpo./Si preguntan por mí…/diles que apagué el fuego,/dejé la olla limpia y desnuda la cama,/me cansé de esperar la esperanza/y fui a buscarla./Diles que no me llamen…/Quité el disco que entretenía en boleros/el beso y el abrazo/la copa estrellé contra el espejo/porque necesitaba convertir/el vino en sangre/ya que jamás se dio el milagro/de convertirse el agua en vino./Si preguntan por mí…/diles que salí a cobrar la deuda/que tenían conmigo el amor,/el fuego, el pan, la sábana y el vino,/que eché llave a la puerta/y no regreso./¡Definitivamente diles/que me mudé de casa!”. (Fragmento de "Si preguntan por mí”).