Del “nos conocemos todos” a la vida en guetos

por Oscar Martini*
1 de junio de 2012 - 00:00

Menos vehículos, menos habitantes y un Pilar que empezaba a crecer de la mano del Parque Industrial. Con ese panorama me encontraba todos los días cuando abrí el negocio, hace 35 años.

Las cosas empezaron a cambiar realmente con la explosión que se dio a mediados de los ‘90. Hasta entonces, prácticamente nos conocíamos todos. Íbamos, por ejemplo, a las fiestas del 12 de Octubre a la plaza y dando una vuelta saludabas a cien personas. Ahora, en una actividad cívica no se conoce nadie.

Es cierto que entre los nuevos habitantes hay mucha gente que ha venido y se ha aquerenciado con Pilar, pero también están los que vienen a vivir la situación y nada más. Circulan cuando tienen que venir por algo muy específico pero en general le esquivan al centro de Pilar.

En cuanto al impacto, no todo progresó en la proporción que se necesitaría para la cantidad de habitantes que viven en Pilar. No alcanzaron la infraestructura, los hospitales, las escuelas. Sólo en servicios y gastronomía ha crecido muchísimo.

La planta urbana todavía mantiene un poco del viejo Pilar, que también se va a ir terminando a medida que nos vayamos yendo para el otro mundo los que somos más veteranos, porque cada vez va quedando menos gente identificada con lo viejo de Pilar.

Los clubes no tienen la actividad que tenían hace muchísimos años, cuando ir era cosa de todos los días, cerrar el negocio y pasar por lo menos una hora a jugar a las cartas, a charlar o a ver las prácticas de básquet antes de ir a casa.

Esto está relacionado también con lo que yo llamo una de las deudas de la democracia: la inseguridad. Es algo que nos afecta a todos, uno no sabe cuándo le va a pasar algo. Eso y el nivel de nuestros gobernantes son las deudas pendientes.

Los veo hablar de una forma tan chabacana y pienso…¡ lo que hemos perdido! Tengo la colección de los discursos de Alfredo Palacios en el Congreso y eran para ponerlos en un cuadro. Hablaban con tanta calidad, con una verba tan florida. Y ahora uno los escucha hablar con veinte palabras y lamenta que se haya nivelado todo para abajo.

Lo positivo del crecimiento de Pilar tiene que ver con el empleo. Debe ser una de las ciudades con menos desocupación en el país, hay mucho trabajo en industrias y en servicios.

Ahora creo que es prioritario contar con una importante terminal de larga distancia sobre Panamericana y con helipuerto. Ampliar asfaltos, hacer una avenida de circunvalación importante para evitar que los vehículos pasen por Pilar obligatoriamente y solucionar algunos de los problemas de tránsito agravados por la peatonal que destruyó la única calle que tenía circulación rápida para atravesar Pilar de punta a punta.

En 15 años espero que exista un Pilar con una planta urbana mucho más amplia y que fundamentalmente se planifique en todo sentido. Escolaridad, salud, seguridad y control de la parte nocturna.

Aunque el nuevo Pilar está inevitablemente en el Kilómetro 50 y no el casco céntrico. El cambio se ve en los chicos. Nosotros íbamos a cualquier canchita a jugar y hoy van a la escuelita de fútbol, donde los tienen que llevar e ir a buscar. En la canchita del barrio sólo pueden jugar chicos que vivan enfrente mientras los padres los puedan vigilar. No creo que eso vaya a cambiar. Me parece que todo va a ir en ese sentido y no hay retorno.

Lo que lamento es que ya no suceda lo que viví en mi niñez, cuando éramos todos iguales, el que vivía en el ranchito o el hijo del médico. Uno jugaba porque traía la pelota, el otro porque era bueno y éramos todos iguales para remontar el barrilete, para jugar a las bolitas, no había ese divorcio social que se ve hoy. El gueto de la riqueza y el de la pobreza. Vos no podés entrar a una villa y el de la villa no puede entrar al country. Éramos todos uno, no mirábamos de dónde veníamos.

 

*Comerciante de Pilar, propietario de “Rulemanes Oscar” desde hace 35 años

 

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